Inteligencia Social, de Daniel Goleman. Notas Sobre el Libro: Los Genes No Marcan El Destino

Inteligencia Social: Los Genes No Marcan el Destino

Notas sobre el Libro de Daniel Goleman.

Entrega 4 de 6.

Leer la entrega anterior: Inteligencia Social: Lazos Rotos.

Tiempo de lectura: 7 minutos.

Parte III

No es tan solo los genes con los que nacemos, lo importante es su expresión, su marca proteínica que hace que algo suceda en nuestra biología. De los aproximadamente treinta mil genes del cuerpo humano, algunos solo se presentan en el desarrollo embriónico y luego se apagan para siempre. Otros prenden y apagan constantemente, algunos solo en el hígado, otros solo en el cerebro.

La epigenética es el estudio de los modos en que las experiencias cambian el modo de funcionamiento de nuestros genes sin alterar su secuencia del ADN, de forma que el entorno programa que tan activos deben estar nuestros genes. Lo que enciende y apaga un gen es una molécula del tipo metil que también acelera o disminuye su actividad neuronal y su vinculación. En efecto, es una molécula de Metil lo que esculpe el cuerpo, incluyendo a el cerebro. Solo cuando un gen o su ADN producen una proteína hace que suceda algo en el cuerpo.

La sola posición de un gen no nos dice el total de su valor biológico, también se verá influido por la comida que comemos que contiene substancias que regulan la cantidad de genes activos. Los genes están diseñados para ser regulados por su entorno inmediato, incluyendo hormonas del sistema endocrino y los neurotransmisores del cerebro, algunos de los cuales están influidos por las interacciones sociales.

Los Genes Necesitan Expresarse

Existe un gen para la expresión de la violencia y otro para inhibir la furia, alguien con una escasez que controla la agresión se enfurece con facilidad, permanece enojado mucho más tiempo que la mayoría y es más proclive a la violencia. La gente de ese grupo puede terminar en presión.

Al tener otro modo de expresión de ese gen, la persona puede enfurecerse, pero se recupera rápidamente, lo que hace la vida más agradable y sus momentos de irritación no duran demasiado. El cerebro humano está diseñado para cambiarse a sí mismo en respuesta al medio ambiente y la experiencia acumulada. El cerebro con la consistencia de la mantequilla, es extremadamente frágil, parte de su fragilidad es su exquisita sensibilidad al entorno. Los modos de enseñanza por ejemplo determinan el cerebro de un niño. Como una planta se adaptará a su ecología social, particularmente al clima emocional que presentan las personas más importantes de su vida.

La vida familiar parece alterar no sólo la actividad del gen de la agresión sino también un vasto número de otras características cruciales. Una influencia dominante parece ser cuanto amor o desamor merece el niño. Los actos de afecto paternal pueden dejar profunda huella en el rol del rediseño cerebral.

El Rompecabezas Naturaleza-Entorno

El psicólogo Robert Plomin, líder en genética de la conducta, dice que la habilidad académica de un adolescente es debida 60% a la genética, el 30% de la noción de la autoestima y 25% de la moralidad también genética, mientras que el resto en cada área es debido a la interacción con él medioambiente social. Existen aún diferencias entre el comportamiento del hermano mayor comparado con el del hermano menor que han competido por la atención paterna en forma diferente, también influyen en forma diferente los demás hermanos y amigos.

Cuando la genética hace que un bebe sea gruñón o indiferente hace que inmediatamente los padres tiendan a responder de la misma manera con disciplina, órdenes y críticas severas y enojos… Todo lo anterior condiciona la «expresión de un gen» que actuará en consecuencia, lo cual presupone el poder de la experiencia para alterar genéticamente el comportamiento.

El Establecimiento de Senderos Neurológicos

Crear un nuevo hábito implica modificar redes neuronales existentes y pasarlas hacia un nuevo sendero neurológico que se fortalecerá cada vez que se repite la secuencia hasta que se hace automático el nuevo circuito. Durante el transcurso de la infancia y la adolescencia se perderán neuronas manteniendo las usadas y abandonando las que no lo son, la experiencia del niño, incluyendo sus relaciones, esculpe el cerebro.

Posteriormente, hoy se sabe, el cerebro y la médula espinal contienen células madre que permiten la creación de nuevas neuronas desde la infancia hasta la ancianidad. Una vez que una Neurona es creada migrará hacia su posición en el cerebro y durante un mes se desarrolla al punto de establecer diez mil conexiones con otras neuronas distribuidas en el cerebro. Durante los cuatro meses siguientes la Neurona refina sus conexiones, una vez que los senderos se establecen, se fijan.

Durante seis meses las experiencias personales dictan que conexiones tendrá la Neurona. La clave es la repetición, cuanto más se repita un acto, más fuerte se convierte el hábito y más densa la conectividad neurológica resultante. De esa misma firma el cerebro ha sido rediseñado a medida que las nuevas neuronas y sus conexiones son establecidas. Así la repetición configura el cerebro social de manera que un bebe puede crecer encantado con el mundo, afectuoso y cómodo y otro triste, retraído o irritado y provocador.

Una Esperanza de Cambio

Los andamios neurológicos (patrones neurológicos reforzados por la repetición) explican por qué un patrón ya establecido es difícil modificarlo y por qué se requiere un esfuerzo consiente para cambiarlo. Pero con nuevas oportunidades o tal vez con esfuerzo o vigilancia, uno puede establecer y reforzar un nuevo sendero.

La crianza no puede modificar cada uno de los genes, ni modificar cada «tic» neurológico, sin embargo, lo que los niños experimentan, día a día, esculpe sus circuitos neurológicos. En el futuro habrá neurociencia aplicada a la educación epigenética para la corrección de fallas genéticas humanas.

Leer la quinta entrega ‘Inteligencia Social: Una Base Segura‘.


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