El Hombre en Busca del Sentido

Sábado 31 Mayo 2025

BY PEDRO MOSIÑO DÍAZ

Viktor Frankl (1905-1997) es uno de los referentes más destacados de la psicología del siglo XX. Doctorado en medicina de la Universidad de Viena fundó la logoterapia denominada “La tercera escuela Vienesa de la psicoterapia.

En 1942 en pleno apogeo del regimen nazi el y su familia fueron hechos prisioneros e internadoos en campos de concentracion. Fue precisamente esta experiencia la que lo llevaría a desarrollar su teoría psicológica basada en el existencialismo.

Tras sobrevivir el Holocausto fue profesor de neurologia y psiquiatria en la Universidad de Viena y estuvo la cátedra de Logoterapia en la Universidad intencionalidad de San Diego, California. Impartió con tenencias en Universidades de todo el mundo y 29 de ellas le otorgaron el título de doctor “honoris causa” y azar donado con numerosos premios entre ellos el Oskar Pfister Award de la American Psychiatric Association fue miembro de honor de la Academia Austriaca de ciencias.

Resumen

El hombre en busca del sentido es un estremecedor relato en el que Viktor Frankl narra su experiencia en los campos de concentración.

Durante todos esos años de sufrimiento sintió  en su propio ser lo que significaba una existencia  desnuda, absolutamente desprovista de todo, salvo de la existencia misma. El que todo lo había perdido, que padeció hambre y brutalidades que estuvo tantas veces a punto de ser ejecutado, pudo reconocer que pese a todo, la vida es digna de ser vivida y que la libertad interior y la dignidad humana son indestructibles. En su condición de psiquiatra y prisionero, Frankl reflexiona con palabras de sorprendente esperanza sobre la capacidad humana de trascender las dificultades y descubrir una verdad profunda que nos orienta y da sentido a nuestras vidas.

La logoterapia y método psicoterapéutico creado por el propio Frankl, se centra precisamente en el sentido de la existencia y en la búsqueda de ese sentido por parte del hombre, que  asume la responsabilidad ante sí mismo, ante los demás y ante la vida, ¿Qué espera la vida de nosotros.

El hombre en busca del sentido es mucho más que el testimonio de un psiquiatra sobre los hechos y los acontecimientos vividos en un campo de concentración, es una lección existencial que al ser traducida a medio centenar de idiomas se han vendido millones de ejemplares en todo el mundo. Según la Library out Congress de Washington,  es uno de los 10 libros de mayor influencia en los Estados Unidos. 

Como la Biblia el origen de las especies; breve historia del tiempo; la teoría de la relatividad; 1984 por George Orwell; principios matemáticos de la filosofía natural por Isaac Newton; Por un ruiseñor la escritora estadounidense Harper Lee; El Corán, la palabra de Dios, el libro sagrado de Islam; revelado a Mahoma por el Arcángel Gabriel; la riqueza de las Naciones publicado por Adán Smith  es considerado el primer libro moderno de economía y la doble hélice que es la reseña del descubrimiento del ADN escrito por el biólogo molecular estadounidense James D. Watson.

Prefacio

El escenario del hombre en busca del sentido se dibuja sobre él atroz paisaje de la vida en los campos de concentración nazi. Enfocar esta tragedia en su conjunto amortigua el impacto de la turbación y  es capaz de mitigar la sensación de crueldad del holocausto. Al contemplar sus hileras de tumbas en perfecta simetría, el honroso cementerio de Auschwitz sólo parece albergar una multitud de personas recordadas con una dignidad póstuma tras una muerte sin sentido, Más sin embargo, el panorama cambia radicalmente si ante cada tumba el espectador juega con la imaginación y percibe un sinfín de vidas malogradas; en ese sentido en ese hueco podría ser una persona que en plenitud de energías emprendía un prestigioso proyecto profesional…; aquí una madre que ha muerto con la angustia de ignorar cuál sería la suerte de unos hijos ignorados tomados de su regazo…; haya un uno junto a otro un matrimonio de un hombre y una mujer que tras sortear los avatares de una larga existencia, esperaban con sosiego envejecer juntos. 

Más allá, a una joven que le abortaron los sueños de un feliz matrimonio…; todavía más allá, el cuerpo inerme de un niño o una niña que aún conservaba la sonrisa helada, de una vitalidad en expansión… esa suma de sufrimientos silenciosos, más el infernal horror de la brutalidad en monstruosidad, acierta en vislumbrar el dramatismo y la  barbarie de los campos de concentración. 

Y resulta significativo cómo esas muertes individuales, personales. Una de aquellas vidas rotas fue la de Víctor  Emil Frank  (1905 – 1997).

Situémonos en los años 40 del siglo pasado en la ciudad de Viena; en esos tiempos viene a aún ejercía un notable influjo y embrujo en los ambientes intelectuales de la época, por suenazgo en el arte y la altura. Aquella Viena nadie lo puede negar o menospreciar, era un foco excepcional de la cultura, las artes y el civismo  cropeos. Se ha dicho que Viena es  el último esplendor del pasado (L.  Brajnovic) y además para un psiquiatra bien era el lugar de Sigmund Freud y Alfred Adler. También de Víctor Frankl.

Víctor Frankl,  por esas fechas comenzaba a despuntar como un profesional prestigioso, se encontraba bien posicionado en los círculos médicos y académicos, disponía de una prometedora  consulta privada. En 1940 había sido nombrado director de la sección de neurología del hospital Rothschild, que atendía únicamente a pacientes judíos; el hecho que hubiese aceptado ese nombramiento suponía un desafío y una temeraria; pues ya arreciaba la persecución  nazi. Crecía su fama de profesor competente e ingenioso en los ambientes psiquiátricos que aún resonaban entre censuras y alabanzas, las públicas controversias de aquel joven médico con las autoridades del momento: Freud y Adler.

Estas discusiones científicas lo encaminaron hacia una crítica superación personal del psicoanálisis. Frankl recogió en su texto sus aportaciones personales para una  retro humanización de la psiquiatría, tanto teorías de análisis existencial como técnicas logoterapéuticas. El manuscrito ya se encontraba en fase de encontrar editores. Había depositado grandes esperanzas en ese libro, vivía el afectuoso y sereno Ambiente familiar de siempre; una familia de origen judío que empezaba a superarlas  las penurias económicas gracias a los nuevos ingresos de Víctor. A ese remanso hogareño se unió la feliz boda con la joven Tilly Grosser ( diciembre de 1941)  también judía de origen.

Esa tranquilidad profesional y familiar abocaba con la situación de encrucijada social que  se vivía en la calle. Ya había comenzado abiertamente la destrucción de las sinagogas y el confinamiento y deportaciones de la población judía; una población dominada por el miedo y la angustia por el futuro. La familia Frankl entendió el dramatismo de la situación y buscó una salida. La única alternativa sensata parecía la huida, Stella la hermana de Víctor, huyó. El hermano intentó una salida hacia Italia como refugiado político, pero fue descubierto por  los servicios de seguridad y lo deportaron junto a su mujer y sus hijos hacia el campo de Auschwitz y en ese mismo lugar murieron.

Víctor Frankl consiguió un visado para emigrar a los Estados Unidos. Este visado le permitía la salida de Austria y  le habría oportunidades inesperadas de desarrollo profesional pero sus padres únicamente tenían una documentación insegura que no superaría el más ligero control de las autoridades. Además como ya eran ancianos, quedarían ciertamente desvalidos si no contaban con la ayuda de algún hijo.

La situación de los padres de Frankl, una grave duda de conciencia. “¿Cuál es mi responsabilidad?, ¿Ocuparme de mi obra o cuidar a mis padres? Tras profundos titubeos optó por dejar vencer la visa. Fue una decisión heroica, aunque  él lo cuenta con sencilla naturalidad: “Evidentemente el campo de concentración fue mi real prueba de madurez que pude haber emigrado al norteamericano a tiempo, pude haber desarrollado la logoterapia en América cumpliendo con la misión de mi vida, pero no lo hice y así llegué a Auschwitz”, por supuesto después de dejar  caducar la visa a Estados Unidos sucedió lo previsible: unas semanas después la familia Frank fue deportada.

Los prisioneros al llegar a Auschwitz debían desprenderse de todas sus pertenencias. Sin embargo, Frankl fue incapaz de renunciar al manuscrito que contenía su obra científica y que ocultó en el primer registro, intentó esconderlo en un repliegue de su chaqueta, pero también se apoderaron de ella. Así lo cuenta Frankl.

No nos entraba en la cabeza que nos quitaran todo, absolutamente todo. Intenté ganarme la confianza de uno de los prisioneros veteranos, acercándome sigilosamente señalé el fajo de papeles del bolsillo interior de mi abrigo y le dije: Es el manuscrito de un libro científico y sé que me  vas a decir que no puedo esperar nada en estas condiciones y que debo estar agradecido de salvar la vida. Pero no lo puedo evitar: necesito conservar ese manuscrito porque es el trabajo de toda mi vida ¿Comprendes?. 

Parecía que comprendía, comenzó a esbozar una sonrisa, primero de compasión, luego burlonamente insultante, hasta que soltó una palabra en respuesta a mi ansiedad, la palabra más omnipresente de la jerga:

¡Mierda!

Una sonrisa macabra y los correspondientes improperios , los guardias del  del campo rompieron el manuscrito en su presencia. En dos o tres minutos destrozaron el trabajo de años. A qué libro en el que había depositado tantas esperanzas. 

Pese a todo, la historia del manuscrito continúa. 

En el invierno y la primavera de 1945 se desató una epidemia de tipos que contagió muchos reclusos, daban repulsión a comer, horribles ataques de delirio, para no sucumbir a esos ataques intentaron no dormir  con garabatear el taquigrafía las palabras esenciales en pequeños pedazos de papel. Esperaba que aquellas notas le sirvieran de guión para rehacer el libro si alguna vez era liberado. Este suceso ocurrió en el campo de Turckheim y el libro era psicoanálisis y existencialismo. Frank es un científico y debe ser juzgado y evaluado según sus pensamientos y que hacer psiquiátrico. Su figura y su magisterio se engrandecen a lo peor de sus aportaciones y descubrimientos profesionales, tanto médicos como antropológicos. 

Al igual que la mayoría de los prisioneros experimentó el shock del internamiento con su correspondiente desplome de ánimo a lo que vino a sumarse la urgencia de su mujer embarazada de su primer hijo, la muerte de su padre tras una terrible agonía y la despedida de su madre en el campo de Theresienstadt Con el convencimiento de verla por última vez  vio desbaratado los esfuerzos de dos décadas y como sus compañeros de reclusión comenzó a notar el rigor de la vida en el campo: extenuación,  malnutrición, vestimenta escasa y harapienta, piojos y demás enfermedades, congelamiento, hambruna y todo ello se hace añadir la presunción de su futuro pavoroso que les hacía mirar a la muerte con cierto desdén.  En el campo de Routing III  se dejó abatir por una insidiosa desesperanza. En medio de ese desaliento sostuvo una larga conversación con su amigo Bencher al  que había canjeado un cigarrillo por una sopa aguada con algo de sabor a caldo. Bencher llegó a ser un famoso actor  de televisión en Múnich. Años después Frankl reconoció públicamente que en aquella conversación vencer le devolvió la vida. 

El segundo intenso decaimiento lo padeció a los pocos meses de la Liberación en que llegó el 27 de abril de 1945. Con la ansiada liberación no terminaron los sufrimientos, disminuye su tiempo muy lento: Frankl se encontraba físicamente excluido y psicológicamente débil. Pasaron unos meses de convalecencia en Múnich donde se enteró de la muerte de su madre a la que enviaron a las cámaras de gas de Birkenau. Después le confirmó la muerte de su mujer. Habían decidido darle nombre a su hija o hijo pero a las mujeres judías se les obligaba a abortar  bebés judías. Antes había decidido darle el nombre de Harry o Marrion, según hubiese nacido hombre o mujer. De ahí aparente enigmática de su libro psicoterapia y humanismo “ para Harry y para Marrion” que no había nacido todavía.

Llegó a Viena hasta agosto con un sencillo balance: la situación se presentaba  desoladora; sin familia, sin ropa ni cobijas, ni dinero, ni trabajo y sin amigos… no tenía nada ni a nadie,  de nuevo lo atacó la insidiosa desesperanza y de toda esa desesperanza ya en Viena se conjuró así mismo para rehacer aquel libro suyo con ayuda de las notas que había tomado en el campo. 

Resultó fácil porque su amigo Paul Pulak  guardaba una copia vieja del manuscrito de Frankl que la había entregado en custodia. 


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