Tiempo de Lectura: 11 minutos.
Alarga tu Esperanza de Vida. Introducción.
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Reseña del libro Alarga tu Esperanza de Vida la presento en primera persona tal cual esta en el libroDatos sobre los autores del libro. David Sinclair es profesor de genética en la Universidad de Harvard. La revista Time “lo nombró una de las 100 personas más influyentes del mundo” y está entre las “50 mejores personas que se dedican a la atención médica”. Ha recibido más de 35 premios en su labor de investigación y por sus grandes avances científicos. Sus publicaciones han aparecido en el programa 60 Minutes, en el Periódico Today así como en el Wall Street journal y el Periódico New York Times, las revistas Fortune y Newsweek entre otras.
Vive en Boston Massachusetts, en los Estados Unidos y disfruta de caminar en la naturaleza del bosque y en canoa en rios y lagos, junto con su esposa y sus tres hijos.
Para obtener más información se puede visitar su página web lifespan.book.com y seguirlo en Twitter en: (@Davida sinclair).
Su Co-autor Matthew LaPlante es profesor asociado de redacción periodística en la universidad estatal de Utah, en Utah Estados Unidos, Ex- especialista en inteligencia de la marina de los Estados Unidos y corresponsal de guerra en Oriente próximo, es autor de Superlative: the Biology of the Extremes, además de haber escrito varios libros sobre la intersección entre ciencia y sociedad.
Vive en Salt Lake City, Utah y le gusta practicar el esquí en nieve en el Big Cottonwood Canyon.
Para obtener más información se pueden visitar su página web medlpante.com y seguirlo en Twitter (@medlaplante).
Comencemos:
Hace falta valor para pensar de forma consciente en la muerte de tus seres queridos antes de que suceda. Pero hace falta mucho más valor para reflexionar sobre tu propia muerte.
Fue el cómico y el actor Robin Williams el primero en hacerme echar mano de ese valor a través de su personaje y héroe de la película de John Keating El club de los poetas muertos cuándo reto a sus jóvenes pupilos a contemplar la cara de otros alumnos en una foto descolorida, muertos hacia mucho tiempo.
No son tan distintos de vosotros no es cierto? pregunta Keating, Invencibles. igual que os sentís vosotros… Sus ojos están llenos de esperanza…Pero hay algo diferente. Ellos están muertos y bajo tierra.
Keating anima a los chicos a inclinarse hacia adelante para escuchar un mensaje de ultratumba. Colocado a sus espaldas en voz baja y susurra: “Aprovechen el día muchachos. Hagan que sus vidas sean extraordinarias”. “Aprovechen el momento presente, sin esperar el futuro.”
Esa escena me causó un gran impacto. Es posible qué no hubiera encontrado la motivación para convertirme en profesor de Harvard de no haber visto la película. Con 20 años, por fin había oído a otra persona decir lo mismo que me enseñó mi abuela Vera en mi infancia: “Contribuye a que la humanidad sea lo mejor posible. No desperdicies el tiempo. Aprovecha la juventud. Aférrate a ella todo lo que puedas. Lucha por ella. No dejes de luchar por ella”.
Pero en vez de luchar por la juventud, luchamos por la vida. O, más concretamente luchamos contra la muerte.
Cómo especie, ahora vivimos más que nunca. Pero no mucho mejor. En absoluto a lo largo del último siglo hemos ganado años de vida, pero no una vida mejor. O al menos una vida qué merezca la pena vivir.
Así que cuando pensamos en vivir cien años la gente piensa “No lo quiera Dios”, porque hemos visto cómo son esas últimas décadas de vida y para la mayoría de la gente y en la mayoría de los casos no es para nada algo apetecible : respiradores y cócteles de medicamentos, caderas rotas y pañales, quimioterapia y radiación, cirugía tras cirugía y gastos médicos. Por Dios. !Los gastos!.
Pero y si no tiene que ser así? Y si conseguimos alargar la juventud? No durante años sino durante décadas. Y si estos últimos años no son tan distintos de los años que los precedieron? Y si al salvarnos, salvamos también al mundo? A lo mejor no volvemos a tener 6 años nunca más pero y si volvemos a los 23 o a los 36?
Y si dejamos de estresarnos cuando estamos en la veintena o cuando estamos en la treintena? Y si dejamos de sentirnos tan maduros a los 40 años y si con 50 nos apetece reinventarnos y no se nos ocurre motivo alguno para no intentarlo y si con 60 pudiéramos dejar de preocuparnos por nuestro legado para empezar a transmitir uno? Y si no fuera necesario preocuparnos por el paso del tiempo? Y si te dijera que pronto muy pronto dejaremos de hacerlo? Bueno pues eso es lo que te digo. Tengo la suerte de encontrarme en una posición única después de 30 años buscando verdades sobre la biología humana. Si fueras a visitarme a Boston, seguro que me encontrarías en mi laboratorio en la escuela de medicina de Harvard, dónde soy profesor del Departamento de Genética y co-director del Centro Paul F. Glenn para los Mecanismos Biológicos del Envejecimiento. También dirijo un laboratorio hermano en mi alma mater la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Sidney.
En mis laboratorios unos equipos formados por estudiantes y doctores brillantes, han acelerado e invertido el proceso de envejecimiento en organismos modelo y son los responsables de haber llevado a cabo algunas de las investigaciones más citadas en el campo de la genética publicadas en las revistas científicas más prestigiosas del mundo. También soy fundador de la revista médica Aging (Envejecimiento) dónde ofrecemos un espacio a los científicos que quieran publicar sus estudios sobre las investigaciones más desafiantes y emocionantes de nuestra época; ahí soy cofundador de la Academia de Investigación de la Salud y la Longevidad, un grupo formado por los veinte científicos más importantes del mundo en el campo del envejecimiento.
En un intento por poner en práctica mis descubrimientos he ayudado a fundar un buen número de empresas biotecnológicas y formo parte del consejo científico asesor de muchas otras. Estás empresas trabajan con cientos de investigadores especializados en distintas áreas, como el origen de la vida, el genoma o los fármacos. Por supuesto estoy al tanto de los descubrimientos que se llevan a cabo en mis laboratorios desde años antes de que se publiquen, a través de estos contactos también informo de muchos otros descubrimientos trascendentales, a veces décadas antes de que salgan a la luz. Las siguientes publicaciones en el Blog van a ser tu pase para adentrarte en las bambalinas y sentarte en primera fila .
Tras recibir el equivalente a un título honorífico en Australia en el puesto de embajador, he pasado muchos años de vida hablando con políticos y empresarios de todo el mundo sobre cómo está cambiando nuestro entendimiento del proceso de envejecimiento y lo que esos avances cientificos significan para la humanidad.
He aplicado muchos descubrimientos científicos en mi vida y también la de mis seres queridos, mis amigos y mis compañeros. Los resultados que quiero dejar claros son anecdóticos, son alentadores pero tengo 50 años y me siento como un niño. Mi mujer y mis hijos pueden afirmar que me comporto como tal.
Mis antiguos amigos el instituto aún se ríen de mí, cuando recuerdan aquellos días en los que iban a verme a casa de mis padres y me encontraban desmontando algo: el capullo de una polilla, la hoja arrugada de una araña que había convertido en su guarida, un ordenador antiguo, las herramientas de mi padre o un coche. Me convertí en un experto. El problema es que no sé me daba bien el montar las cosas de nuevo. La idea de no saber cómo funcionaba algo o de dónde venía me parecía insoportable. Y sigue pareciendo. Pero al menos ahora me pagan por averiguarlo.
Desde que tengo uso de razón he querido comprender porque envejecemos. Pero descubrir la fuente de un proceso biológico tan complejo es cómo buscar el manantial de un río, no es fácil.
En mi búsqueda he serpenteando de izquierda a derecha y ha habido días en que ha querido tirar la toalla. Pero he perseverado, a lo largo del camino he encontrado muchos afluentes, pero también he descubierto la que podría ser la fuente. En las siguientes páginas presento una nueva idea sobre porque se desencadena el proceso de envejecimiento y por qué encaja en lo que yo llamo, “Teoría del envejecimiento por pérdida de información”. También explico porque he llegado a ver la vejez como una enfermedad, la enfermedad más común, una que no solo se puede combatir, sino que además deberíamos hacerlo de forma más agresiva. Esa es la primera parte del libro.
En la segunda parte explico los pasos que pueden darse hoy en día, así como las nuevas terapias en desarrollo para relentizar, detener o revertir el envejecimiento, paralizando el proceso, así como lo conocemos actualmente.
Y sí, reconozco perfectamente lo que implican las palabras “paralizando el proceso de envejecimiento tal y cómo lo conocemos actualmente”; por eso en la tercera parte ahondo en los posibles y diversos futuros que esto puede suponer y propongo un camino hacia un futuro que nos resulte deseable, un mundo en el que conseguir una mayor esperanza de vida a través de una mejora continua de “la esperanza de salud” esa parte de nuestra vida exenta de enfermedades y discapacidades..
Con el paso de los milenios hemos ido aumentado la esperanza de vida media, dirán antes, muy poca gente llegaba a los 40 y ahora si lo hacemos, tampoco llegaban a los 50 hasta que empezamos a llegar, muchos de ellos no llegaban a los 60 hasta que llegamos este aumento en la esperanza de vida se produce cuando los recursos son estables y se consume agua potable . Y la media va en aumento desde abajo hasta arriba. Las muertes de recién nacidos y de niños disminuyen y la esperanza de vida aumenta. Así de simple es la matemática de la mortalidad humana.
Pero aunque la media aumente el límite no lo hace. Desde que se recogen los hitos históricos de la humanidad, sabemos que ha habido personas que han alcanzado los 100 años incluso más pero muy pocos llegan a los 110 y casi nadie llega a 115.
Nuestro planeta ha sido hogar de casi cien mil millones de humanos hasta la fecha. Solo sabemos de una francesa llamada Jeanne Calment que vivió más de 120 años. La mayoría de los científicos creen que murió en 1997 a la edad de 122 años, aunque también es posible que su hija la suplantara para evitar pagar impuestos. De todas formas tampoco importa, si llegó o no a esa cifra, otras personas han estado a punto de llegar a esa cifra, pero la mayoría de nosotros, el 99.98% para ser exactos, muere antes los 100 años.
Así que tiene sentido que muchos afirman qué tal vez sí vamos aumentando la longevidad pero que no vamos a mover mucho la media. Dicen que es fácil aumentar la esperanza de vida de los ratones o de los perros, pero que los humanos somos distintos, porque ya vivimos demasiado. Se equivocan. Tampoco es lo mismo aumentar la longevidad que prolongar la vitalidad. Somos capaces de lograr ambas cosas, pero el logro de mantener a la gente con vida aunque las últimas décadas estén definidas por el dolor, la enfermedad, la fragilidad y la inmovilidad no tiene mérito alguno.
La prolongación de la vitalidad, lo que implica no solo aumentar los años de vida, sino que está sea más activa, saludable y feliz está a la vuelta de la esquina. Y llegará antes de lo que la gente espera, cuando los niños que nazcan hoy llegen a la edad adulta, Jeanne Calment tal vez ni siquiera estará en la lista de las cien personas más longevas de la historia. Y cuando llegue el próximo siglo una persona que al morir tenga 122 años habrá vivido una vida plena aunque no especialmente larga. Ciento veintidós años ya no será un caso atípico sino una expectativa, hasta tal punto que ni siquiera lo consideremos una edad longeva. Tal vez solo lo llamaremos “vida” y miraremos con tristeza hacia esa época de nuestra historia en la que realmente no lo fue.
Cuál es el límite? No creo que exista uno. Muchos de mis colegas me discuten ese punto. No existe una ley biológica que diga que debemos envejecer. Los que afirman que la hay no saben de qué hablan. Seguramente aún nos queda bastante para llegar a un mundo en el que la muerte no sea habitual, pero no estamos lejos de llegar al punto en el que se convierte en algo lejano en el futuro.
Todo esto, de hecho, es inevitable, prolongar la vida gozando a la vez de una buena salud está a la vuelta de la esquina. Sí, la historia de la humanidad sugiere otra cosa distinta. Pero la ciencia de la prolongación de la vida en este siglo XXI en concreto nos dice que las investigaciones anteriores son un buen ejemplo para seguir. Se pensaba que era imposible.
Pero eso es lo qué pensaban sobre el hecho de volar, hasta que alguien lo consiguió.
Hoy los hermanos Write han vuelto a su taller tras haber conseguido sobrevolar las dunas arenosas de Kitty Hawk. El mundo está a punto de cambiar.
Y tal cómo sucedió los días previos a ese 17 de diciembre de 1903 la mayoría de la humanidad permanecía ajena a lo que pasa hoy en día. En aquel momento no existía el contexto adecuado en el que centrar la idea de que se podía llevar a cabo un vuelo controlado e impulsado por motor, así que resultaba algo fantasioso y mágico fruto de la ficción especulativa. Y de repente se produjo el despegue. Ya nada fue igual. Hemos llegado a otro punto de inflexión en la historia. Lo que antaño parecía mágico pronto será real. Ha llegado la hora de que la humanidad redefina los límites de lo posible; la hora de acabar con lo inevitable. De hecho ha llegado la hora de que redefinamos lo que significa ser seres humanos porque esto no es solo el comienzo de una revolución es el comienzo de la evolución.
Comentario que deseo resaltar.
Hace falta mucho valor para pensar en la propia muerte. Cómo especie ahora vivimos más que nunca, pero no mucho mejor, hemos ganado años de vida pero no una vida mejor o al menos una vida que merezca la pena vivir.
Pero qué tal si podemos alargar la juventud no durante años sino durante décadas? En mis laboratorios de la Universidad, hemos acelerado e invertido el proceso de envejecimiento en organismos modelo. He pasado tiempo explicando al público sobre lo que esos avances científicos significan para la humanidad.
Mi teoría sobre el “Envejecimiento por Pérdida de Información” es la que utilizamos para explicar el proceso.He llegado a ver la vejez como una enfermedad , una que debemos combatir en forma agresiva, es es la primera parte del libro.
En la segunda parte explico las nuevas terapias en desarrollo para detener o revertir el envejecimiento. Paralizando ese proceso.
En la tercera parte se explican los posibles futuros que esto puede suponer y propóngo un camino que nos resulte deseable. Un mundo en el que conseguir una mayor esperanza de vida sea a través de una mejora continua de “la esperanza de salud”.
La prolongación de la vitalidad, lo que implica no solo aumentar los años de vida sino que ésta sea más deseable, activa, saludable y feliz está cercana.
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