Como Evitar un Desastre Climatico. Introduccion


Tiempo de Lectura: 13 minutos.

Estudiando con una vela en Africa del Sur, en una comunidad sin energia electrica

 Las soluciones que ya tenemos y los avances que aún necesitamos. Por Bill Gates. Bestseller.    

En este libro tan necesario y riguroso Bill Gates pone un plan amplio, funcional y sobretodo asequible para reducir las emisiones de los gases de efecto invernadero a tiempo y evitar una catástrofe medioambiental. Bill Gates ha dedicado una década a investigar el cambio climático. Con la orientación de expertos se ha centrado en determinar qué medidas debemos tomar para detener la carrera del planeta hacia un desastre ambiental irreversible. En éste libro el autor no solo reúne la información básica para que nos concentremos y nos concienticemos de la necesidad de eliminar las emisiones de los gases causantes del efecto invernadero, sino que también explica qué debemos hacer para alcanzar ese objetivo tan importante, aprovechando sus conocimientos en innovación y la introducción de nuevos conceptos en el mercado.

Nos detalla cuáles son los campos en los que la tecnología ya está ayudando a reducir las emisiones, cómo y cuándo se logrará la tecnología actual que sea más eficaz, dónde necesitamos dichos avances y quiénes están trabajando en estas mejoras tan necesarias. Por último traza un plan práctico y específico para llegar a las cero emisiones, implicando a gobiernos, empresas y a nosotros mismos en esta crucial misión.

        Cómo advierte Bill Gates cumplir el objetivo de las cero emisiones no será una tarea sencilla pero está a nuestro alcance si seguimos sus pautas.    

Para los científicos, innovadores y activistas que nos muestran el camino.

Introducción, de los 51,000 millones a acero.

Hay dos números relacionados con el cambio climático que conviene conocer: el primero es 51,000 millones el segundo es cero. 51,000 millones es el número aproximado de toneladas de gases causantes del efecto invernadero que el mundo aporta cada año a la atmósfera. Aunque la cifra puede aumentar o disminuir ligeramente de un año a otro, por lo general tiende a crecer. Ésta es la situación en la actualidad. El dato de 51,000 millones de toneladas se basa en la información más reciente disponible, las emisiones mundiales descendieron y solamente en 2020 realmente en el torno del 5% debido a la fuerte relentizacion de la economía causada por la pandemia de covid-19. Con todo como no conocemos la cifra exacta correspondiente a 2020 concideraremos los 51,000 millones cómo el total. Retomaremos el tema de la covid-19 de forma ocasional a lo largo del libro.

Cero es la cantidad a la que debemos aspirar. Para frenar el calentamiento y prevenir los peores efectos del cambio climático que serán muy nocivos, los humanos debemos dejar de emitir gases de efecto invernadero a la atmósfera. Si esto parece complicado es porque lo será. El mundo jamás ha cometido una tarea tan colosal. Todos los países tendrán que modificar su manera de hacer las cosas. Prácticamente la totalidad de las actividades de la existencia contemporánea conllevan la liberación de los gases de efecto invernadero y, a medida qué pasa el tiempo más personas accederán a este estilo de vida. Esto es positivo pues significa que las condiciones en qué vive la gente, va mejorando.

Sin embargo si no modificamos otros factores el mundo seguirá produciendo gases de efecto invernadero, el cambio climático continuará empeorando y su impacto sobre la humanidad será con toda seguridad catastrófico.

No obstante esto puede cambiar. Creo que es posible modificar varios factores. Ya disponemos de algunas de las herramientas que necesitamos y en cuanto a las que aún no tenemos, todo lo que he aprendido acerca del clima y la tecnología me llega a ser optimista sobre nuestra capacidad de inventarlas, implementarlas y si actuamos con suficiente rapidez, evitar un desastre climático.

Este libro trata sobre lo que habrá que hacer y las razones por las que creo que podemos conseguirlo.

Para mayor facilidad, expondré los conceptos de este libro yo Pedro Mosiño Díaz, en primera persona como si fuera Bill Gates y así hacer más fluida la presentación de los conceptos que yo veo más relevantes y vale la pena tener en cuenta especialmente aplicados a México.

En la actualidad aproximadamente 860 millones de personas en el mundo no tienen electricidad. Creo que todo el mundo merece la oportunidad de llevar una vida sana y productiva y lo difícil que resulta cuidar la salud cuando el ambulatorio local no mantienen las vacunas refrigeradas porque a menudo las neveras no funcionan. Cuesta ser productivo cuando uno no dispone de la luz suficiente para leer. Y es imposible desarrollar una economía que brinda oportunidades laborales a todos sin grandes cantidades de energía eléctrica fiable y asequible para oficinas, fábricas y servicios de atención telefónica. Por la misma época el científico ya fallecido David Mackay profesor de la universidad de Cambridge compartió conmigo un gráfico de la relación entre ingresos y uso de energía, entre la renta per cápita de un país y la cantidad de electricidad que consumen sus habitantes. El esquema en el que la renta per cápita parecía representada por el eje horizontal y el consumo de energía por el vertical dejaba patente que ambos factores están estrechamente relacionados.

En aquel entonces aún no era consciente de que debíamos llegar a cero. Los países ricos responsables en gran parte de las emisiones empezaron a prestar atención al cambio climático y se suponía que bastaría con eso. Mi contribución, o eso creía, consistiría en defender que la energía fiable estuviera al alcance de los más desfavorecidos. Para empezar ellos serían los principales beneficiados. La energía barata no solo les permitiría disponer de luz por la noche, sino también de fertilizantes más económicos para las tierras y de cemento para las casas y por lo que respecta al cambio climático, los pobres son los que más tienen que perder. Se trata en su mayoría de agricultores que ya viven al límite y no podrían sobrellevar más sequías e inundaciones.

Mi mentalidad cambio a finales de 2006 cuando me reuní con dos antiguos colegas de Microsoft que querían fundar organizaciones sin ánimo de lucro, centrados en la energía y el clima. Los acompañaban dos climatologos muy versados en esos temas y los cuatro me mostraron datos que relacionaban las emisiones de gases de efecto invernadero con el cambio climático. Sabía que esos gases estaban causando un aumento de las temperaturas pero daba por sentado que existían variaciones cíclicas o otros factores que de forma natural impedirían que esto produjera una catástrofe climática. Además me costaba aceptar que las temperaturas continúan incrementándose mientras los humanos siguieron emitiendo gases de efecto invernadero. Ya no bastará con proporcionar energía barata y fiable a las personas de bajos recursos y, también debía de tratarse de energía limpia.

Acudí de nuevo al grupo en varias ocasiones para aclarar dudas posteriores. Al final lo comprendí: La cuestión me pareció entonces aún más compleja, ya no bastaba con proporcionar energía barata y fiable a las personas de bajos recursos, también debía tratarse de energía limpia. Continúe estudiando todo lo que me caía en mis manos sobre el cambio climático. me reunía con expertos en clima y energía, agricultura, océanos, niveles del mar, glaciares y tendidos eléctricos entre otros. Leía los informes publicados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático qué establece el consenso científico respecto a este tema ví “The changing climate” una estupenda serie de videos de conferencias impartidas por el profesor Richard Wolfson disponibles, como uno de los cursos de “The Great Courses”. Leí “Weather for dummies” qué sigue siendo uno de los mejores libros acerca del clima que he encontrado.

Algo qué me quedo muy claro fue que las fuentes de energía renovable actuales de origen solar y eolica sobre todo podrían ayudar en buena medida a reducir el problema pero que aún no estábamos haciendo lo suficiente para implementarlas. También me quedó claro porque no bastan por sí solas para llevarnos hasta las cero emisiones, el viento no sopla en todo momento y el sol no brilla las 24 horas y no disponemos de baterías asequibles capaces de almacenar las cantidades de energía que requiere una ciudad durante el tiempo necesario. Además la producción de electricidad solo representa el 27% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero aunque lograríamos grandes avances en materia de baterías tenemos que lidiar con el 73% restante.

En apenas unos años he llegado a tres conclusiones:

1.- Para evitar un desastre climático tenemos que alcanzar las cero emisiones.

2.- Debemos aplicar las herramientas de las que ya disponemos como las energía energía solar y eólica de manera más rápida e inteligente.

3.- Debemos crear y comercializar tecnologías de vanguardia que nos ayuden a lograr nuestro objetivo.

Los argumentos en favor al cero eran y siguen siendo de lo más sólido. Si no dejamos de aportar gases de efecto invernadero a la atmósfera, la temperatura seguirá subiendo. Hay una analogía especialmente iluminadora: el clima es como una bañera que se llena poco a poco de agua. Incluso si introducimos un hilillo el agua acabará por rebasar el borde y derramarse, ese es el desastre que tendremos que evitar. Imponernos el objetivo de reducir nuestras emisiones pero no animarlas, NO bastará, el único objetivo sensato es alcanzar el cero. En el capítulo 1 explico con más detalle a que me refiero con ello y cuál sería el impacto sobre el cambio climático.

Aunque me implique más en esta cuestión no la convertí en mi máxima prioridad. Cuándo podía leía al respecto y me entrevistaba con especialistas. Invertí en algunas compañías de energía renovable y destine varios cientos de millones de dolares a la creación de una empresa, con el fin de diseñar una central nuclear de última generación, que produjera electricidad limpia y dejara muy pocos residuos radiactivos. Pronuncié una charla TED titulada “Innovando hacia cero” pero por lo general las labores de mi fundación Gates acaparan mi atención.

Hasta que un día en la primavera del 2015 decidí que debería hacer más y alzar la voz por ésta causa. Había estado viendo noticias sobre estudiantes de Estados Unidos que organizaban sentadas para exigir que las universidades se deshicieran de sus inversiones en combustibles fósiles. Como parte de ese movimiento periódico británico The Guardian lanzó una campaña que instaba a nuestra fundación a liquidar la pequeña porción de activos que tenía en compañías que estaban esta clase de combustibles. Crearon un video en el que aparecian personas de todo el mundo que le pedían que desinvirtiera.

Entendía porque The Guardian había dirigido sus críticas a nuestra fundación y a mi en concreto. Además la entrega de los activistas despertaba mi admiración, había sido testigo de las protestas estudiantiles contra la guerra de Vietnam y más tarde contra el régimen del apartheid de Sudáfrica y sabía que habían conseguido cambio reales. Resultaba estimulante ver a esa clase de energía dirigida hacia el cambio climático.

Conciderando a los 860 millones de desfavorecidos que carecen de energía electrica, no me parecía justo que estuvieron condenados a que sus hijos tendrían que estudiar sin luz eléctrica o que millones estuvieran condenados a morir por causa de las olas de calor porque los aparatos de aire acondicionado no funcionan en ese medio ambiente. La única solución que se me ocurría era generar energía limpia a un coste tan bajo que todos los países la prefirierqn por encima de los combustibles fósiles.

En 2019 vendí todas mis participaciones directas en compañías de petróleo y gas y lo mismo hizo el fideicomiso que administra los fondos de la Fundación Gates (yo hacía años que había retirado mis inversiones en empresas de carbón) se trata de una decisión personal que tengo la suerte de poder tomar, sin embargo soy muy consciente de que no repercutirá de un modo real en la reducción de emisiones. Llegar al cero requiere un enfoque mucho más amplio, el impulso de un cambio completo por medio de todos los instrumentos a nuestra disposición como las políticas gubernamentales, la tecnología actual, los inventos nuevos y la capacidad de los mercados privados para distribuir productos a cantidades ingentes de personas.

Para la cop21 de París yo ya tenía formado el grupo inversor de capital de riesgo bautizado como breakthrough Energy qué es la coalición para el progreso energético. En la actualidad la organización cuenta con programas filantrópicos, acciones de defensa y fondos privados que han invertido en más de 40 empresas de ideas prometedoras. Los gobiernos también pusieron de su parte en París se reunieron 20 jefes de estado que se comprometieron a doblar el presupuesto para la investigación. El presidente Hollande, el presidente Obama y el primer ministro de India Narendra Modi habían desempeñado una gran labor para la materialización del acuerdo. De hecho fue el primer ministro Modi quién dio con su nombre Misión Innovation. Actualmente la iniciativa engloba a 24 países y la comisión europea ha desbloqueado 4,600 millones de dólares anuales en dinero nuevo para la investigación en energías limpias o que suponen un incremento de más del 50% en apenas unos años. El siguiente punto de inflexión de este relato resulta tristemente familiar a todos los lectores. En 2020 la humanidad sufrió un duro golpe cuando un nuevo coronavirus se propagó por el mundo a quienes conocíamos la historia de las pandemias y rastreros causados por el covid-19 nos sorprendieron, llevaba años estudiando los brotes de enfermedades debido a mi interés en la salud global, me preocupaba mucho que el mundo estuviera preparado para hacer frente a una pandemia como la de la gripe de 1918 que mató a decenas de millones de personas. En 2015 había pronunciado una conferencia Ted. Había concedido varias entrevistas en las que defendi la necesidad de crear un sistema para contener una nueva pandemia. por desgracia el mundo apenas se preparó de modo que cuando apareció el nuevo coronavirus trajo una mortandad enorme y perdidas económicas sin precedentes desde la gran depresión. Aunque segui eligiendome en gran parte a mi trabajo en torno al cambio climático Belinda y yo decidimos que la Covid-19 debía convertirse en la máxima prioridad de la Fundación Gates y el principal objetivo de nuestros esfuerzos. Todos los días hablaba con científicos de universidades y pequeñas empresas, presidentes de compañías farmacéuticas y jefes de gobierno para averiguar cómo podría contribuir la Fundación a acelerar el desarrollo de pruebas, tratamientos y vacunas. En noviembre de 2020 habíamos destinado más de 445 millones de dólares en subvenciones para la lucha contra la enfermedad y cientos de millones más a través de distintas inversiones para llevar más rápido vacunaste y otros productos fundamentales a países con escasos recursos. La actividad económica se había frenado tanto que el mundo emitío la reducción del orden de alrededor del 5%. En la práctica eso significa que liberamos de 48,000 millones de toneladas de carbono en lugar de 51,000 toneladas. Se trata de un considerable decrecimiento y sería estupendo si pudiéramos mantener ese ritmo de decrecimiento todos los años. Por desgracia, no podemos.

Este ligero decrecimiento de las emisiones demuestra que utilizar menos el coche y el avión no bastaría para alcanzar la meta del cero y ni siquiera el factor más determinante. Del mismo modo que necesitamos nuevas pruebas, tratamientos y vacunas para combatir la covid-19, también necesitamos nuevas herramientas para luchar contra el cambio climático: maneras de generar electricidad, fabricar cosas, cultivar alimentos, caldear o enfriar el interior de los edificios, transportar personas y mercancías por el mundo todo ello con huella de carbono cero. Asimismo necesitamos de nuevos tipos de semillas y otras innovaciones para ayudar a las personas más desfavorecidas del planeta, muchas de ellas de las cuales son pequeños agricultores, adaptarse a un clima más caluroso.

Mi mentalidad es más propia de un ingeniero que de un experto en ciencias políticas, de modo que no tengo la solución política al cambio climático. En lugar de eso aspiro a poner el punto de mira en lo que hace falta para llegar a los cero emisiones: canalizar el entusiasmo y la inteligencia científica del mundo hacia las soluciones relacionadas con energía limpias que existen, así como hacia la invención de otras nuevas para dejar de verter gases de efecto invernadero en la atmósfera.

La clave para atajar el cambio climático estriba en producir energía verde tan barata y fiable como la que procede de los combustibles fósiles. Dedico enormes esfuerzos a promover todo aquello que creo que nos conducirá hasta ese punto y supondrá una diferencia significativa que nos permitirá pasar de los 51,000 de toneladas a cero.

Este libro propone una guía para avanzar una serie de pasos que podemos dar para maximizar nuestras probabilidades de evitar un desastre climático. Se divide en cinco partes:     Porque cero?  en el capítulo 1 profundizaré porque necesitamos alcanzar las cero emisiones, así como lo que sabemos y lo que no acerca de cómo afectará el aumento de las temperaturas a la población mundial.     La mala noticia, llegar a a cero será muy complicado.  dado que todos los planes para conseguir un objetivo deben comenzar con una valoración realista de las barreras que se interponen en nuestro camino, en el capítulo 2 dedicaremos analizar los desafíos a los que nos enfrentamos.

    Cómo mantener una conversación razonada sobre el cambio climático  en el capítulo 3 intento aclarar algunas estadísticas confusas que circulan por ahí y comparto un puñado de preguntas que tengo presentes cada vez que participó en un diálogo sobre el cambio climático. Me han salvado de meter la pata en incontables ocasiones y espero que también te sirvan a ti.

    La buena noticia: podemos lograrlo  en los capítulos 4 a 9 analizo los campos en la tecnología actual que pueden resultar útil y aquellos otros en que requieren avances importantes. Será la parte más larga del libro pues son muchos los temas que hay que cubrir. Algunas soluciones que tenemos que implementar a gran escala ya existen, pero también necesitamos desarrollar un montón de innovaciones y difundirlas por el mundo en pocas décadas.

    Medidas que podemos tomar ahora.  He escrito este libro porque no solo tengo claro el problema del cambio climático también la posibilidad de resolverlo. No se trata de un optimismo iluso, ya cumplimos con dos de las tres condiciones necesarias para llevar a un buen término cualquier carrera de envergadura. En primer lugar tenemos empeño gracias a la pasión de un movimiento mundial creciente liderado por jóvenes profundamente preocupados por el cambio climático.

En segundo lugar nos fijamos metas cada vez más ambiciosas para solucionar el problema a medida que más dirigentes nacionales y locales de todo el mundo se comprometen a arrimar el hombro. Solo nos falta la tercera condición: un plan preciso para alcanzar dichas metas.

Del mismo modo que nuestros objetivos se basan en lo que nos dice la climatología cualquier plan práctico para reducir las emisiones tiene que basarse en distintas disciplinas : física, química, biología, ingeniería y ciencias políticas, economía y finanzas entre otras, así pues en los últimos capítulos propondré un plan fundamentado en las recomendaciones que me han hecho expertos de todos estos campos, en el capítulo 10 propondré una serie de pasos que todos podemos seguir para ayudar al mundo a alcanzar la meta del cero. Tanto si tú eres una autoridad gubernamental, un empresario, un votante muy ocupado o con muy poco tiempo libre, o las tres cosas a la vez tú puedes hacer algo para contribuir a evitar un desastre climático. Eso es todo comencemos.


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