Según Seth Godin
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Traducido por Pedro Mosiño.
El placer es de corto plazo, adictivo y egoísta. Se toma, no se da. Trabaja con la dopamina.
La felicidad es de largo plazo, aditiva y generosa. Se da, no se toma. Trabaja con la serotonina. Entre ambas no sólo hay diferencia de significado, sino que existe una diferencia fundamental en el cableado del cerebro.
El placer y la felicidad se entienden como si fueran sustitutos el uno del otro. Pero no es así, pueden confundirnos en el corto plazo, pero a largo plazo son diferentes.
Ambos conceptos son constructos culturales, ambos responden a estímulos externos (ambientales o intrínsecos como la salud de la persona) pero más y más a estímulos culturales.
La mercadotecnia usualmente vende placer, es un corto y fácil camino para un ingreso repetitivo de una empresa. Enganchando a alguien en los caminos desde la cafeína, el tabaco, el video o el azúcar como modelo de negocio.
Últimamente las redes sociales están usando la dopamina, alrededor del miedo y el enojo para llevar un nuevo tipo de adicción.
Por otro lado, la felicidad es algo difícil de comprar. Requiere más paciencia, más planeación y más confianza. Es posible encontrar felicidad en la despreocupada visión del mundo de un niño, pero es más seguro encontrarla con madurez y como una serie de decisiones conscientes, buscando conexión, generosidad y evitando los golpes de dopamina del placer mercadotécnico.
Más ahora que nunca, nosotros controlamos nuestros cerebros, vigilando lo que ponemos en ellos, escogiendo los medios, las interacciones, las historias y las sustancias que ingerimos, cambiaremos lo que experimentamos.
Estos insumos nos guían a una narrativa que es soportada por nuestra dependencia a la dopamina y las historias que nos decimos a nosotros mismos.
¿Podría ser de otra forma?
«Rascarse la comezón es una ruta al placer. Aprendiendo a vivir con la comezón es parte de la felicidad».
Mi conclusión
La aclaración de la deferencia entre el placer y la felicidad, habla de que no es posible vivir dedicado el placer todo el tiempo porque este se satura y deja de ser una sensación placentera. La felicidad por el contrario es de largo plazo y producto de planeación y de hábitos virtuosos como son la prudencia, la templanza, la paciencia y la empatía con los desfavorecidos y los que menos tienen. Aplicar el método PERMA del Dr. Martín Seligman es la forma de planear el camino hacia la felicidad.
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