Leyes del Poder de Robert Grene 22, 24 y 25

        Ley 22 Utilize la Táctica de la Capitulación. Transforme la Debilidad en Poder.    

Tiempo de Lectura: 6 minutos.

Cuando sea más débil , nunca luche simplemente por salvar su honor. Opte, en cambio, por la Capitulación. Rendirse le dará tiempo para recuperarse, tiempo para atormentar e irritar al vencedor, tiempo para esperar a que el poder de éste se diluya. No le de la satisfacción de luchar y ser vencido por él. Capítule antes de ser derrotado. Al volver la otra mejilla, enfurecerá y desconcerntrara a su contrincante. Convierta la Capitulación en un instrumento de poder.

        Trasgresión de la ley    

La isla de Melos está ubicada estratégicamente en el corazón del Mediterráneo. En la antigüedad clásica la ciudad de Atenas dominaba las zonas marítimas y costeras alrededor de Grecia pero Esparta situada en el Peloponeso, había sido el colonizador original de Melos. Durante la guerra del Peloponeso los habitantes de Melos se negaron a aliarse con Atenas y permanecieron fieles a la madre Esparta. En el año 416 a.C. los atenienses decidieron enviar una expedición militar contra Melos. Sin embargo, antes de lanzarse de lleno al ataque, mandaron una delegación a la isla para persuadir a sus habitantes de rendirse y aliarse con Atenas en lugar de sufrir la destrucción y la derrota. Ustedes saben también como nosotros, dijeron los delegados atenieses, que la justicia depende de la igualdad de poder para obligar y que en la práctica los fuertes hacen lo que hacer porque tienen que el poder de hacer y los débiles aceptan lo que deben aceptar. Cuando los habitantes de Melos respondieron que este concepto negaba la idea del juego limpio, los atenienses contestaron que quienes ejercían el poder eran quienes determinaban que era justo y que no. A lo cual los habitantes de la isla replicaron que ese tipo de autoridad correspondía a los dioses y no a los mortales. Nuestra opinión de los dioses y nuestro conocimiento de los mortales respondió uno de los miembros de la delegación ateniense nos lleva a la conclusión de que la ley general y necesaria de la naturaleza es dominar todo lo que se pueda dominar. Los habitantes de Melos no cedieron, insistieron en que Esparta saldría en su defensa. Los atenienses replicaron que los espartanos, conservadores y prácticos no ayudarían a Melos porque no tenían nada que ganar si lo hacían ni nada que perder si dejaban de hacerlo. Por último los habitantes de Melos hablaron del honor y del principio de resistir la fuerza bruta. «No se dejen confundir por un falso sentido del honor, dijeron los atenienses, el honor suele conducir a los hombres a la ruina, cuando se enfrentan con un peligro evidente que de algún modo afecta su orgullo. No hay nada deshonesto en ceder ante la más grande de las ciudades helénicas cuando ésta les ofrece términos tan razonables, es legal. El debate llegó a su fin. Los habitantes de Melos discutieron el asunto y decidieron confiar en la ayuda de los espartanos, la voluntad de los dioses y la justicia de su causa y cortésmente declinaron el ofrecimiento de Atenas. Unos días después los atenienses invadieron Melos, los habitantes lucharon con gran coraje y nobleza aún sin la ayuda de los espartanos que no acudieron en su apoyo y fueron necesarios varios intentos antes de que los atenienses consiguieran rodear y sitiar la principal ciudad de la isla pero al fin Melos debió rendirse. Los ateniense no perdieron el tiempo. Mataron a todos los hombres en edad militar a los que lograron capturar y vendieron como esclavos a las mujeres y a los niños y repoblaron la isla con su propia gente. Solo un puñado de los primitivos habitantes de Melos logró sobrevivir.

        Interpretacion    

Los atenienses fueron uno de los pueblos eminentemente pragmáticos de la historia y los argumentos presentados a los habitantes de Melos eran claros exponentes de su pragmatismo: si usted es el débil, no gana nada con pelear en vano. Nadie acude en ayuda del más débil, pues al hacerlo se pone en peligro. El débil se encuentra solo y tiene que rendirse. Si ofrece resistencia lo único que puede ganar es el título de mártir, y entretanto morirá mucha gente que ni siquiera cree en la noble causa.

La debilidad no es un pecado, y hasta puede convertirse en un punto a favor si usted aprende a manejarla en forma adecuada. Si los habitantes de Melos se hubieran rendido, habrían tenido la oportunidad de sabotear a los atenienses de formas sutiles, podrían haber sacado todo el beneficio posible de la alianza y deshacerla, en un futuro cuando los atenienses se debilitaran, como en efecto sucedió unos años más tarde. La rendición lleva implícito un gran poder: el adormecer al enemigo y hacerlo sentir seguro, con lo cual se gana tiempo para recomponer fuerzas, tiempo para boicotear al enemigo, tiempo para la venganza. Nunca sacrifique ese tiempo a cambio del honor de una batalla que no puede ganar.

        Interpretacion    

Tenga presente lo siguiente: con una táctica de simulada rendición resulta muy fácil engañar a las personas que intentan hacer ostentación de autoridad. Las muestras externas de sumisión que usted haga las harán sentirse importantes; satisfechas de ver que usted las respeta, se convierten en un fácil blanco para el contraataque o para la venganza sutil e indirecta. Proyecte su poder en el tiempo; nunca sacrifique su maniobrabilidad a largo plazo por las efímeras glorias del martirio.

        Claves para Alcanzar el Poder    

Lo que con frecuencia nos ocasiona dificultades en el ámbito del poder es nuestra reacción exagerada ante los movimientos de nuestros enemigos o rivales. Esa hipereaccion genera problemas que habríamos podido evitar de haber sido más razonables. Además surte un incontrolable efecto rebote, dado que ante nuestra actitud, el enemigo también reacciona de forma exagerada, como los atenienses frente a los habitantes de Melos. Nuestro primer impulso es siempre el de reaccionar, de contestar a la agresión con otra agresión. Pero la próxima vez que alguien lo empuje y usted se encuentre a punto de reaccionar con violencia, intenté lo siguiente: no resista, ni se defienda, por el contrario, ceda, presente la otra mejilla, sometase. Se encontrará con que ese tipo de actitudes suele neutralizar la agresión de los demás, que esperaban e incluso deseaban que usted reaccionara con violencia. Su falta de resistencia los sorprenderá y confundirá. Al ceder, en realidad usted ejerciendo el control sobre la situación, porque su sometimiento forma parte de un plan más amplio para inducir los a creer que lo han derrotado.

Esta es la esencia de la táctica de la rendición: por dentro usted se mantiene firme, pero por fuera se doblega. Privados de un motivo para enfurecer, sus adversarios, al no poder expresar su ira, se sentirán confundidos. Y es muy poco probable que insistan en actuar con violencia, lo cual, a su vez, lo obligaría a reaccionar. Por el contrario, su actitud le permitirá a usted ganar tiempo y espacio para planificar un comtrataque que doblege a su contrincante. En la batalla del inteligente contra el brutal y el agresivo, la táctica de la rendición es la mejor arma. Eso sí: requiere una cuota de autocontrol: quienes se rinden de verdad renuncian a su libertad y pueden sentirse aplastados por la humillación de su derrota. Deberá recordar que usted solo simula el haberse rendido, como un animal que finge estar muerto para salvar el pellejo.

Hemos visto que es mejor rendirse que luchar; cuando nos vemos frente a un adversario poderoso y una derrota segura suele convenir rendirse y no huir. La huida lo podrá salvar momentáneamente, pero a la larga su agresor le dará alcance. En cambio si usted se rinde tiene la oportunidad de envolver a su enemigo y atacarlo de cerca.

Ley 24 Desempeñe el Papel de Cortesano Perfecto    

Tiempo de Lectura: 8 minutos

        Criterio    

El cortesano perfecto, adulador e intrigante, prospera y alcanza su plenitud en un mundo donde todo gira en torno al poder y de la habilidad política. Domina a la perfección el arte de la oblicuidad. Adula, se somete ante sus superiores y reafirma su poder sobre los demás de la forma más encantadora y graciosa indirecta y falsa. Aprenda a aplicar las leyes del cortesano, y su ascenso dentro de la corte no tendrá limites.

        La Sociedad Cortesana    

Es una realidad de la naturaleza humana que la estructura de una sociedad se conforma en torno del poder. En el pasado, la corte se reunía alrededor del gobernante de turno y cumplía diversas funciones: además de divertir y entretener al soberano, era una forma de reafirmar las jerarquías de la realeza, la nobleza y las clases altas de la sociedad, y así mantener a la nobleza a la vez subordinada y cercana al gobernante, a fin de que éste pudiera controlarla. La corte sirve al poder de muchas maneras, pero sobretodo glorifica al soberano, al rodearlo de un microcosmos obligado a esforzarse por complacerlo.

Los grandes cortesanos de la historia han dominado la ciencia de la manipulación. Son quienes hacen que el rey se sienta más real y que todos los demás teman su poder de cortesano. Son los magos de la apariencia , pues saben que en la corte la mayoría de las cosas se juzgan según lo que parecen. Los grandes cortesanos son amables y corteses. Su agresión es indirecta y velada. Son maestros de la palabra; nunca dicen más que lo estrictamente necesario y sacan el mayor beneficio tanto de un cumplido como de un insulto velado. Son imanes de placer, aunque nunca recurren a la lisonja servil ni se humillan. El gran cortesano se convierte en el favorito del Rey y disfruta de todos los beneficios de tal posicion. A menudo termina siendo más poderoso que el propio soberano, pues es un mago en la acumulación de influencia.

Hoy en día muchos consideran la vida cortesana como una reliquia del pasado, una curiosidad histórica. Según Maquiavelo razonan “como si los cielos, el Sol, los elementos y los hombres hubiesen cambiado el orden de sus movimientos y su potencia, y fuesen diferentes a lo que eran en otros tiempos”. Si bien, ya no existe un Rey Sol, todavía hay muchas personas que creen que el Sol gira en torno a ellas. La corte real podrá haber desaparecido, o al menos ha perdido su poder, pero las cortes y los cortesanos todavía existen, por el simple hecho de que existe el poder. Hoy es muy raro que se le exija a un cortesano caerse del caballo como su amo, pero las leyes que gobiernan las políticas de la corte son tan atemporales cómo las leyes del poder. Por tanto, hay mucho que aprender de los grandes cortesanos, tanto del pasado como del presente.

        Las Leyes de La Política Cortesana.    

    Evite la ostentacion  nunca es prudente hablar mucho de usted mismo o llamar demasiado la atención sobre sus acciones. Cuanto más hable sobre lo que hace más sospechas despertará. También generará suficiente envidia entre sus pares como para inducirlos a la traición o a clavarle un puñal en la espalda. Tenga por tanto mucho cuidado de pregonar sus logros a los cuatro vientos, hable siempre menos de su persona que sobre los demás. Es preferible pecar de modesto.

    Reste importancia a lo que hace . No demuestre nunca que está trabajando mucho. Su talento debe dar la impresión de fluir de manera natural, con una facilidad que lleve a los demás a tomarlo por un genio, no por un adicto al trabajo. Incluso cuando algo le exija mucho esfuerzo, hágalo parecer sencillo; a nadie le gusta ver sangre y sudor, que es otra forma de ostentación, es mejor que se asombre a ver la facilidad con que usted obtiene sus logros y no que se pregunten porque le costaron tanto.

    Sea frugal con los elogios  Podrá parecer que sus superiores nunca se cansan de que los elogien, pero el exceso de algo, incluso de algo bueno, disminuye su valor, además usted despertará sospechas entre sus pares, aprenda a halagar de forma indirecta por ejemplo, desmerezca sus propios aportes, para que la gestión de su jefe parezca más importante y eficiente.

    Hagase notar.  He aquí una paradoja: usted no puede exibirse de forma demasiado descarada, sin embargo deberá esforzarse por hacerse notar. En la corte de Luis XIV, cualquier persona a la que el Rey decidiera mirar ascendia de inmediato en la escala jerárquica de la corte. Usted no tiene ninguna posibilidad de ascender, si el amo no lo distingue entre los demás cortesanos. Esa tarea exije mucho arte. A veces, al principio es cuestión de hacerse ver, en un sentido

literal. Preste atención a su aspecto físico y luego encuentre un estilo y una imagen distintivos…pero sutilmente distintivos.

    Modifique su estilo y lenguaje según la persona con la que esté tratando.  La pseudociencia en la igualdad, la idea de que, al actuar y hablar de la misma manera con todos, sin distinciones de rango, si usted piensa que se convierte en un ejemplo de educación, es un error terrible. Quienes se ubican por debajo de usted interpretarán tal actitud como una forma de condescendencia (y así es), y aquellos se hallan por encima de usted se sentirán ofendidos, aunque quizá no lo admita. Usted deberá cambiar su estilo y la forma de hablar de acuerdo con la persona que hable. Esto no es mentir sino actuar, y sí, la actuación es un arte y no un don de Dios. Aprenda ese arte. Eso vale también para la diversidad de culturas que se encuentran en la corte moderna: no de por sentado que sus criterios y sus juicios tienen validez universal. La incapacidad de no adaptarse a otra cultura no solo es el colmo de la barbarie, sino que lo indica en una posición desventajosa.

    Nunca sea portador de malas nuevas.  El rey mata al mensajero que le trae malas nuevas; esto no es un cliché, pero contiene una gran cuota de verdad. Usted deberá hacer todo lo posible, y hasta mentir y hacer trampa, de ser necesario, para que la suerte que le cabe al portador de malas noticias, recaiga e otros nunca en usted. Lleve solo buenas noticias y su amo se sentirá feliz cuando lo vea.

    Nunca presuma intimidad o amistad con su amo.  El amo no quiere tener un subordinado amigo, sino un subordinado a secas. Nunca lo encare en tono informal o amistoso como si ambos fueran amigos: esto es algo reservado con exclusividad a  él. Si decide tratarlo de ese modo, adopte una actitud de cautelosa camaradería. De lo contrario más le vale pecar de lo opuesto, y dejar clara la destancia entre los dos.

    Nunca critique directamente a los que se hallan por encima de usted . Si bien esto parece obvio, suele haber momentos en que cierto forma de crítica es necesaria, en la que no decir nada, en la que no dar un consejo haría peligrar su posición. Sin embargo,deberá aprender a dar su consejo de la forma más indirecta y cortés posible. Pienselo dos o tres veces, hasta asegurarse de que sus palabras serán lo bastante prudentes. Es preferible ser más cuidadoso que pecar de lo contrario.

    Sea mesurado al pedir favores de sus superiores  Nada irrita más a un superior que tener que rechazar el pedido de un subordinado, pues ello genera culpa o resentimiento. Procure pedir favores lo menos posible y sepa cuando detenerse. En lugar de convertirse en suplicante, siempre es mejor ganarse los favores, de tal modo que su amo los otorgue por propia voluntad. Y lo más importante de todo; no pida favores para otros, menos aún para un amigo.

    Nunca haga bromas sobre apariencias o gustos  Un ingenio agudo y un buen sentido del humor son cualidades esenciales del buen cortesano, e incluso un cierto toque vulgar puede ser adecuado o simpático. Pero evite cualquier tipo de bromas sobre apariencias o gustos personales sobre sus superiores, dos áreas muy sensibles sobre todo sobre sus superiores. No lo haga ni siquiera cuando esté lejos de ellos, se cavaria su propia fosa.

    No sea el cínico de la corte.  Exprese admiración por el trabajo bien hecho de los demás. Si usted no hace sino criticar sin cesar a sus pares y subordinados, algo de esas críticas se trasladarán a su propia persona y lo perseguirá como una nube negra adonde quiera que vaya. Los demás gruñiran ante cada comentario cínico de su parte, y terminará por irritarlos. Al expresar una modesta admiración por los logros de los demás, usted, paradójicamente llamará la atención sobre los suyos propios, la capacidad de manifestar admiración y grata sorpresa con un aire de sinceridad y un talento raro, existen en vías de extinción…pero no por eso menos valorado.

    Observese a si mismo.  El espejo es un instrumento maravilloso, usted cometería grandes pecados contra la decencia y el decoro. También necesita un espejo que refleje sus acciones. A veces puede encontrarlo entre otros personas que le dicen que ven en usted, pero no es el método más confiable.  Usted debe ser su propio espejo y aprender a verse como lo ven los demás. Actúa de forma demasiado obsequiosa? Intenta con demasiado ahínco complacer a los demás? Se muestra desesperado por recibir atención, dando la impresión de estar en decadencia? Observese a sí mismo y evitará cometer más de un desatino.

Controle sus emociones. Al igual que un actor de una gran obra teatral, deberá aprender a llorar y reír a voluntad y en el momento indicado. Deberá ser capaz tanto de disimular la ira y su frustración como finjir satisfacción y consenso. Usted debe ser el amo de su propio rostro. Denominelo “mentir”, si quiere, pero conviene mejor no involucrarse en ese juego y ser siempre sincero y frontal, no se queje si otros lo califican de odioso y arrogante.

    Adecuese al espíritu de los tiempos.  Un cierto aire reminiscente de otras épocas puede resultar encantador, siempre y cuánto se remonte por lo menos veinte años; vestir a la moda de hace diez años es ridículo a menos que le guste ser el papel de bufón del rey. Su espíritu y su forma de pensar deberán adecuarse a los tiempos aunque estos hieran su sensibilidad. Por otro lado, si se adelanta demasiado a su tiempo, nadie lo comprenderá. Nunca conviene destacarse demasiado en este aspecto. Lo mejor es adecuarse a los tiempos que corren.

    Sea una fuente de placer  Esto es fundamental. Una característica muy obvia de la naturaleza humana es la de huir de todo lo desagradable y ofensivo, mientras que el encanto y la promesa de disfrutar algún tiempo nos atrae como la luz a las mariposas nocturnas. Conviértase usted mismo en esa luz y ascenderá hasta la cumbre. Dado que la vida tiene varias cosas desagradables y los placeres son bastante escasos, usted se convertirá en algo tan indispensable como el pan de cada día. Esto podría parecer obvio, pero a menudo lo obvio es ignorado y mal apreciado.

“Un hombre que conoce la corte es amo de sus gestos, de su mirada y de su rostro; es profundo, impenetrable; disimula los malos oficios, sonríe a sus enemigos, controla su irritación, disimula sus afectos, habla y actúa contra sus sentimientos”. Jean de la Bruyere, 1645-1696 Ensayista francés del Siglo XVII caracterizado por sus intelecto y observacion aguda del comportamiento humano y la sociedad de su época.

        Ley 25 Procure Recrearse Permanentemente    

Tiempo de Lectura: 9 minutos

        Creiterio    

    No acepte los papeles que la sociedad le ha endilgado. Forjese una nueva identidad que atraiga la atención y nunca aburra al público.  Sea el dueño de su propia imagen, en lugar de permitir que otros lo definan por usted. Incorpore elementos dramáticos en sus gestos y acciones públicas, y su poder se verá reforzado y su personalidad crecerá en forma asombrosa.

        Observancia de la Ley    

    Julio César hizo su primer impacto importante en la sociedad romana en el año 65 a.C., cuando asumió el cargo de edil, el funcionario encargado de la distribución de granos y de los juegos públicos.  Comenzó a captar la atención del pueblo al montar una serie de espectáculos oportunos y bien organizados; cacería de fieras salvajes, exhibiciones de gladiadores, concursos teatrales. En más de una ocasión financió esas actividades de su propio bolsillo. Para el pueblo, Julio César quedó indeleblemente vinculado a esas atracciones. A medida que fue ascendiendo hasta que alcanzó la posición de cónsul, su popularidad entre las masas le sirvió como basamento para su poder.     Se había creado una imagen del gran hombre de los espectáculos públicos.

En el año 49 a.C. Roma se hallaba al borde de la guerra civil entre dos líderes rivales César y Pompeyo, miembros del primer Triunvirato. En el apogeo de la crisis, César adicto a las artes escénicas, asistió a una función teatral, y después ensimismado en sus pensamientos, se dirigió en medio de la obscuridad hacia su campamento situado junto al Rio Rubicón, el río que separaba a Italia de la Galia, donde había estado en campaña. Llevar a su ejército de regreso a Italia, cruzando el Rubicón, significaría una guerra con Pompeyo.

Cesar presentó las alternativas a su estado mayor, y defendió cada opción como un actor en escena, un verdadero precursor de Hamlet, (con sus complejas ambigüedades producto del asesinato de su padre y el insoportable matrimonio de su madre con su tío Claudio, lo que lo tenia en permanente agonía y melancolía). Por último para finalizar su soliloquio, señaló hacia una figura ubicada junto a la orilla del río, un soldado muy alto que hizo sonar su trompeta y luego comenzó a cruzar el puente sobre río Rubicón, y les dijo » aceptemos esto como una señal de los dioses y sigamos el camino que ellos nos indican, en venganza contra nuestros traicioneros enemigos. La suerte está echada». Cesar hablo de modo teatral y dramático, gesticulando en dirección al río y mirando a los hombres directamente a los ojos. Sabía que sus generales vacilaban en darle su apoyo, pero su oratoria los hizo sentir el dramatismo de la situación y la necesidad de aprovechar la oportunidad.

Un discurso más vulgar jamás uniera surtido el mismo efecto. Los generales se plegaron a su causa; César y su ejército cruzaron el Rubicón y al año siguiente derrotaron a Pompeyo, tras lo cual César se constituyo dictador de Roma.

En sus campañas militares, César siempre interpretó su papel de líder con gran vigor. Era un jinete tan consumado como cualquiera de sus soldados y se vanagloriaba de superarlos en coraje y resistencia. Se lanzaba a la batalla montado en el caballo más grande y fuerte, a fin de que sus soldados pudiesen verlo aún en el estrépito del combate, y los instaba a avanzar; se ubicaba siempre en el centro de la acción, como un soldado divino de poder y un modelo que todos debían imitar. De todos los ejércitos de Roma, el de César fue el más devoto y leal a su líder. Sus soldados, al igual que el pueblo había asistido a sus espectáculos, terminaron por identificarse con él y con su causa.

Después de la derrota de Pompeyo, los entretenimientos resurgieron a gran escala. Nunca antes se había visto algo semejante en Roma. Las carreras de cuadrigas se tornaron aún más espectaculares, y más dramáticas las luchas entre gladiadores, ya que César organizaba luchas a muerte entre la nobleza romana. Montó enormes batallas navales ficticias en un lago artificial. En todas las plazas romanas se representaban obras teatrales.

Se construyó un gigantesco teatro nuevo en las laderas de la Roca Tarjeta. Desde todo el imperio llegaban multitudes a presenciar los espectáculos; los caminos que conducían a Roma estaban flanqueados por las carpas de los visitantes. En el año 45 a.C, tras planear su entrada en la ciudad de forma tal que sorprendiera al máximo, César llevó a Roma a Cleopatra, después de su campaña Egipcia, y puso en escena atracciones públicas aún más extravagantes.

Todo esto era más que un mero medio de entretener a las masas; esos espectáculos públicos realizaban el carácter público de César y sobredimensionaba su figura. Cesar era el artífice de su imagen pública, y la tenía presente en cada momento. Cuando aparecía ante las masas, vestía las túnicas púrpuras más deslumbrantes. No teleraba que nadie le hiciera sombra. Era notoriamente vanidoso en cuanto su aspecto físico; se decía que que una de las razones por las cuales le gustaba que el Senado y la gente le rindieran honores es que en esas ocasiones podía llevar la corona de laureles que disimulaba su calvicie. Cesar era un maestro en la oratoria. Sabía hablar mucho sin decir nada e intuía cuál era el momento exacto para emitir un discurso de modo de obtener el máximo efecto. Nunca dejaba de producir alguna sorpresa en sus apariciones públicas: un anuncio inesperado que intensificaba el clima dramático.

Inmensamente popular entre el pueblo romano, César era odiado y temido por sus rivales. Durante el dius de marzo (el 15 de marzo del calendario romano que se hizo famoso por el asesinato de Julio César en el año 44 a.C. un evento que marcó un momento crucial en la historia de Roma y el fin de la República Romana) cuando un grupo de conspiradores encabezados por Bruto y Casio, lo rodeo en el Senado y lo asesinó a puñaladas. Pero aún en su agonía César mantuvo el sentido de lo dramático. Se tapó el rostro con la parte superior de su túnica y se envolvió las piernas con la parte inferior de su vestimenta, de modo que murió decentemente cubierto. Y, según el historiador romano Suetonio, sus últimas palabras dirigidas a su examigo Bruto cuando esté estaba a punto de asestarle una segunda puñalada, las pronunció en griego como si las hubiese ensayado para el final de una obra teatral: Tu también hijo mío?

        Interpretacion    

El teatro romano era un espectáculo para las masas, al que asistían multitudes inimaginables hoy en día. En enormes recintos, el público se divertía con comedias estridentes o se conmovía con grandes tragedias. El teatro parecía contener la escencia de la vida, en forma dramática y concentrada. Al igual que un ritual religioso, ejercía una poderosa e instantánea atracción en el hombre común.

Julio César fue quizá la primera figura pública en comprender la relación fundamental entre poder y teatro. Ello se debía a su obsesivo interés por todo lo teatral. Sublimo ese interés convirtiéndose él mismo en actor y director del escenario mundial. Pronunciaba sus frases como si fueran parte de un guión, gesticulando y se movía entre las multitudes teniendo siempre presente como lo veía el público. Incorporaba elementos de sorpresa en su repertorio, daba un énfasis dramático a sus discursos, escenificaba todas sus apariciones públicas. Sus gestos eran presuntuosos y elocuentes, para que el pueblo los entendiera al instante. Llegó a ser inmensamente popular.

Cesar estableció el ideal para todos los líderes y hombres de poder. Al igual que él, usted debe aprender a magnificar sus actos mediante técnicas dramáticas como la sorpresa, el suspenso, la generación de simpatía y la identificación simbólica. Además, igual que César debe tener constante conciencia de su público: que cosas le agradaban y qué cosas aburrian a los demás. Deberá ubicarse siempre en el centro de la escena, llamar la atención y nunca permitir que lo releguen a segundo plano.

        Observancia de la Ley    

En 1831, la joven Autora Dupin Dudevant dejo a su esposo y a su familia en el interior del país y se trasladó a París. Quería ser escritora; sentía que el matrimonio era peor que una prisión ya que no le permitía ni tiempo, ni libertad para perseguir su pasión. En París establecería su independencia y se ganaria la vida como escritora.

Sin embargo, poco después de llegar a la capital francesa. Dudevant enfrentó muy crudas realidades. Para gozar de cierto grado de libertad en París hacia falta dinero. En aquel tiempo una mujer solo podía obtener dinero mediante el matrimonio o la prostitución. Ninguna había siquiera intentado ganarse la vida como escritora. Las mujeres de la época escribían como pasatiempo, mantenidas por sus esposos o beneficiarias de una herencia. De hecho la primera vez que Duvenant mostró sus escritos a un editor , este le contestó: “Debería hacer bebés señora, no literatura”.

Era evidente que Dudevant había viajado a París a intentar lo imposible. Sin embargo, al final recurrió a una estrategia que le permitió lograr lo que ninguna había obtenido antes: la estrategia de recrearse por completo y forjarse una imagen pública de su propia invención. Antes de ella, otras escritoras se habían visto obligadas un papel predeterminado: el de artistas de segunda categoría que escribían básicamente para las mujeres. Dudevant decidió que, ya que debía interpretar un papel revertirá el juego: haría el papel de hombre.

En 1832, un editor aceptó su primera novela importante,  Indiana. Dudevant había optado por publicarla bajo el pseudónimo de “George Sand”, de modo que todo París creyó que aquel nuevo e interesante escritor era un hombre. Dudevant ya acostumbraba usar ropa de hombre antes de crear a “George Sand” (camisas masculinas, los pantalones de montar le resultaban más cómodos que la ropa de mujer); ahora como figura pública, exagero aquella imagen. Agregó a su vestuario largos gabanes de hombre, sombreros grises, pesadas botas y elegantes corbatines. Fumaba cigarros y en su conversación se expresaba como hombre, sin temor a dominar el diálogo o utilizar expresiones fuertes.

El extraño escritor “masculino/femenino” facino al público, y a diferencia de otras escritoras. Sand fue aceptada en el grupo de los varones artistas. Bebía y fumaba con ellos y hasta tubo amoríos con los artistas más famosos de Europa: Musset, Liszt y Chopin. Era ella quien iniciaba el cortejo y también quien los abandonaba, según su antojo.

Quienes conocían a Sand comprendían que el personaje masculino que interpretaba. Para el mundo disfrutaba desempeñando su parte al máximo; en privado seguía siendo ella misma. También se dió cuenta de que el personaje de “George Sand” podía agitarse y tornarse predecible, de manera que, para evitarlo, de vez en cuando modificaba de forma dramática la personalidad que se había inventado; en lugar de vivir aventuras sentimentales con hombres famosos incursionó en la política, encabezando manifestaciones estudiantiles. Nadie dictaría límites al personaje que había creado. Mucho después de su muerte, y cuando casi todos han dejado de leer sus novelas, la magnificencia teatral del personaje continua fascinando e inspirando.

Comprenda que el mundo quiere asignarle un papel en la vida. Y una vez que usted haya aceptado ese papel estará condenado. Su poder queda limitado a lo que le permite el papel que ha elegido o que lo han obligado a aceptar. Un actor en cambio interpreta muchos papeles. Disfrute de ese poder; si no está a su alcance al menos forjese una nueva identidad, de su propia creación; que no tenga límites prefijados por un mundo envidioso y resentido, este es un acto de desafío fecundo y productivo: lo convierte en responsable de su propia creación que puede ir modificando con el tiempo como George Sand.

Su nueva identidad lo protegerá del mundo, precisamente porqué no es “usted”, sino un disfraz que se pone y se quita. Usted no tiene que tomar nada en forma personal. Y su nueva identidad lo distingue y diferencia, le otorga una presencia teatral. Quienes están ubicados en los últimos asientos de la sala pueden verlo y oírlo. Quienes ocupan las primeras filas de platea admiran su audacia.

Acaso la gente, en sociedad, no habla de un hombre diciendo que es un gran actor? Con eso no se refieren a lo que el hombre siente, sino al hecho de que se destaca en la simulación, aún cuando no sienta nada. Denis Diderot 1713-1784. Prominente filósofo francés, del Siglo XVIII, escritor y enciclopedista de la era de la Ilustración y promotor de la ciencia, el pensamiento crítico y el desarrollo del método científico a través la observación empírica.


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