Leyes del Poder de Robert Grene 3, 4 y 21

        Ley 3 Disimule sus Intenciones    

Tiempo de Lectura: 9 minutos

        Criterio    

Desconcierte a la gente y mantengala en la mayor ignorancia posible, sin revelar nunca el propósito de sus acciones. Si no tienen la menor idea de qué es lo que usted quiere lograr, les resultará imposible preparar una defensa. Conduzcalos por el camino de las falsas suposiciones, envuélvalos en una nube de humo y verá que cuando al fin caigan en la cuenta de las verdaderas intenciones de usted, ya será tarde para ellos.

        Utilice Falsos Objetos de Deseo y Pistas Falsas para Distraer la Atención de los Demás.    

Si en algún momento de su accionar los demás albergan la menor sospecha de que usted está ocultando sus verdaderas intenciones todo está perdido, no les dé la menor oportunidad de darse cuenta de cuál es el juego. Distraiga con pistas falsas. Utilice una sinceridad fingida, emita señales ambiguas, presente objetos de deseo que los confundan.     Al no lograr definir lo genuino de lo falso, no podrán discernir su verdadero objetivo.

        Trasgresion de la Ley    

Durante varias semanas Ninon de Lenclos, una de las más renombradas cortesanas francesas del siglo XVII, escuchó con paciencia mientras el marqués de Sevigne le explicaba sus dificultades para conquistar el amor de una hermosa, joven y esquiva condesa. En aquel momento, Ninon contaba con 62 años de edad y tenía más que sobrada experiencia en temas sentimentales. El Marqués era un muchacho de 22 años, apuesto, seductor pero por entero carente de experiencia en todo lo relacionado con los juegos del amor. Al principio a Ninon le divertían los relatos del joven Marqués que le confesaba los errores cometidos, pero al fin se hartó de tantas equivocaciones e incapaz de tolerar la ineptitud en cualquier ámbito y mucho menos en el de la seducción, decidió ayudar al joven enamorado. En primer lugar, el Marqués debía entender que aquello era una guerra y que la hermosa Condesa era una fortaleza a la que había que poner sitio con la cuidadosa estrategia de un general. Cada paso debía ser planificado y ejecutado con suma atención teniendo en cuenta cada detalle y matiz.

Ninon indicó al Marqués que al comenzar de nuevo su conquista se aproximara a la condesa con un aire un tanto distante, con un toque de indiferencia. La próxima vez que los dos se hallaran a solas él confiaría en la Condesa como un amigo, no como potencial amante. Este era la mejor forma de despistar a la condesa que ya no debía dar por sentado el interés sentimental del joven, era necesario que ella considerara la posibilidad de que él, solo le interesara entablar una amistad con ella.

Ninon planificó todo con sumo cuidado. Una vez que la condesa se sintiera confundida en cuanto a las verdaderas intenciones del Marqués, había llegado el momento de ponerla celosa. Durante el encuentro siguiente que se produciría en una de las principales fiestas celebradas en París, el Marqués se haría presente acompañado de una hermosa mujer, que a su vez tenía amigas igualmente bellas. De este modo la esquiva Condesa vería al Marqués rodeado de las mujeres más llamativas de París, lo cual no solo la haría arder de celos sino que le haría notar que el Marqués era deseado y admirado por otras mujeres. A Ninon le costó mucho lograr que el marqués comprendiera esa estratagema pero, lo explicó con paciencia que una mujer que se interesa por un hombre, quiere comprobar que otras mujeres también se fijan en él. Esto no solo incrementa de inmediato su valor sino que la satisfacción de arrebatársela a sus rivales resulta muy gratificante.

Una vez que la condesa estuviese celosa y desconcertada había llegado el momento de seducirla siguiendo las instrucciones de Ninon,     el marqués dejaría de presentarse en reuniones en que la condesa esperará verlo.  Luego de manera sorpresiva aparecería en salones que nunca antes había frecuentado pero a los que la Condesa ocurría con asiduidad,     así a ella le resultaría imposible predecir los movimientos del Marqués. Todo esto le conduciría a un estado de confusión emocional, requisito indispensable para toda seducción exitosa.

El marqués a lo largo de varias semanas siguió con exactitud las instrucciones de su mentora y Ninon controlaba el progreso del joven a través de su red privada de espías, se enteró de que la Condesa se reía más de las gracias del Marqués y escuchaba con mayor atención sus historias. Supo que la condesa comenzó de repente a hacer averiguaciones acerca del Marqués. Los amigos de Ninon le confiaron que en reuniones sociales en las que se encontraba el Marqués y la joven Condesa esta no lo perdía de vista y estaba segura de que la joven iba cayendo presa del encanto de su admirador. Era cuestión de semanas o quizás de uno o dos meses pero, si todo seguía su curso normal, la fortaleza no tardaría en caer.

Algunos días más tarde el Marqués se encontraba en la casa de la joven Condesa ambos estaban solos,     de pronto él se mostró de forma por completo diferente, obedeciendo a sus propios impulsos, en lugar de seguir las instrucciones de Ninón, tomó entre sus manos las manos de la Condesa y le confesó que estaba perdidamente enamorado de ella. La joven se mostró confundida, una reacción que el Márquez no esperaba. Luego adoptó una actitud de fría cortesía y se excusó durante el resto de la velada, lo evitó con cuidado y ni siquiera acudió a despedirlo.  Las siguientes veces que el joven fue a visitarla se le informó que la condesa no se encontraba en la casa. Cuando al fin ella accedió a verlo de nuevo, cada uno se sentía incómodo en la presencia del otro. El encanto se había roto.

        Interpretacion    

Ninon de Lencros lo sabía todo sobre el arte del amor. Los más grandes escritores, pensadores y políticos de la época habían sido sus amantes, incluidos La Rochefocauld, Molière y Richlieu. Para ella la seducción era un juego que había que practicar con suma amabilidad. A medida que envejecía su reputación iba en aumento y las principales familias de Francia le enviaban a sus hijos para que los instruyera en las artes del amor.

Ninon sabía que hombres y mujeres son muy diferentes, pero que, cuando de la seducción se trata, tienen lo mismo: el fondo de su ser a menudo saben que los seducen. Pero ceden porque disfrutan de esa seducción de que son objeto. Es un placer dejarse llevar y permitir que la otra persona nos conduzca a un país de maravillas. Todo lo relacionado con la seducción depende sin embargo de veladas e indirectas sugerencias, usted no puede formular sus intenciones sin rodeos y revelarlas directamente; por el contrario, deberá despistar al objeto de sus desvelos. Para rendirse a sus intenciones la otra persona deberá sentirse un tanto desorientada. Deberá confundir las señales: demuestre mucho interés por otro hombre o otra mujer. Luego sugiera estar interesado en la persona en la que intenta seducir, luego finja indiferencia y así sucesivamente, este esquema de acción no solo confunde sino que excita.

Imagínese esta historia desde la perspectiva de la joven condesa: después de algunos de los pasos dados por el marqués, sintió que ese joven la tornaba un objeto de un juego, pero ese juego le encantaba, no sabía hacia donde la conduciría pero le resultaba muy interesante. Los movimientos de él la intrigaban y la mantenían expectante y ansiosa de cuál era el próximo paso. Incluso disfrutaba de sus celos y de la confusión interior porque a veces cualquier emoción es mejor que el aburrimiento de la certeza. Quizás el Márquez tuviera motivaciones ocultas, como la mayoría de los hombres, pero ella estaba dispuesta a esperar a ver qué pasaba. Tal vez si la espera se hubiese prolongado lo suficiente, los motivos finales de él no habrían importado demasiado.

Pero en el momento en que el marqués pronunció la palabra fatal -amor-. Todo cambió, ya no se trataba de un juego con emocionantes altibajos. Sino que de una tosca manifestación de pasión. Las intenciones del joven quedaron reveladas: la estaba seduciendo. Con esa actitud todo lo que había hecho antes, ahora se veía bajo una luz diferente. Todo lo que había sido misterioso y encantador ahora resultaba obvio y sin gracia. La condesa se sintió avergonzada y usada y cerró una puerta que nunca volvería a abrir.

        Claves para alcanzar el poder    

La mayoría de las personas son como un libro abierto. Dicen lo que sienten manifiestan abiertamente sus opiniones en la primera oportunidad que se les presenta y revelan sus planes e intenciones. Lo hacen por razones diversas, en primer lugar, es natural desear hablar sobre lo que uno siente y sobre los planes que tiene para el futuro. Sofrenar la lengua y controlar con cuidado lo que se revela exige un gran esfuerzo. En segundo lugar muchas personas creen que siendo abiertos y honestos se ganan el afecto de los demás, sin embargo, están en un gran error. La sinceridad es un instrumento sin filo que hace sangrar más de lo que importa. Lo más probable es que con la sinceridad logren ofender a la gente. Es mucho más prudente medir y adecuar las palabras y decír a la gente lo que desea oír y no enfrentarla con la cruda y desagradable realidad de lo que uno siente o piensa. Y por encima de todo el ser desilvanadamente franco lo convertirá en un individuo tan predecible y conocido que resulta casi imposible interpretar o temer. El poder no cae en manos de una persona incapaz de inspirar ninguna de estas dos cosas.

    Si usted ansía obtener poder deje de lado ahora mismo la sinceridad y aprenda el arte de disimular sus intenciones. Cuando lo domine siempre correrá con ventaja con respecto a los demás. Hay una verdad muy simple acerca de la naturaleza humana que constituye un elemento básico y es la habilidad para ocultar nuestras verdaderas intenciones:  el primer instinto del ser humano es siempre creer en las apariencias. No se puede ir por la vida dudando de la realidad de lo que vemos y oímos, imaginando que las apariencias ocultan otra cosa, esto terminaria por agotarnos y aterrarnos.     Debido a esto, resulta relativamente fácil disimular nuestras verdaderas intenciones, basta con presentar un objeto que supuestamente deseamos, un objetivo que en apariencia queremos alcanzar ante la vista de los demás y tomarán por realidad esas apariencias.  Una vez que su atención se centre en el señuelo no se darán cuenta de las verdaderas intenciones. En el arte de la seducción emita señales contradictorias tales como deseo e indiferencia, y no solo despistará a los demás sino que se encenderá su deseo de poseerlo. Una táctica que suele resultar eficaz, como pista falsa es la de aparentar apoyar a una idea o causa por entero opuesta a sus verdaderos sentimientos. La mayoría de la gente supondrá, simplemente que finalmente ha cambiado de opinión, dado que es frecuente jugar con tanta ligereza con algo tan emotivo como las opiniones y los valores personales.     Lo mismo vale para cualquier objeto de deseo: presentado como señuelo simule desear algo que en realidad no le interesa obtener, y logrará despistar a sus enemigos que cometerán todo tipo de errores de cálculo.

Utilice esta táctica de la manera siguiente: oculte sus intenciones, no cerrándose (por lo que se arriesga a sugerir que guarda un secreto y despertar sospechas) sino hablando sin cesar de sus deseos y objetivos.     Pero no los verdaderos, con esto matará tres pájaros de un solo tiro: parecerá una persona amable, abierta y confiada, ocultará sus verdaderas intenciones y hará que sus rivales pierdan un tiempo precioso defendiendo el flanco equivocado.

    Por supuesto que es importante no ir demasiado lejos en este campo. La franqueza es una herramienta traicionera: si usted se muestra demasiado apasionado despertará sospechas en los demás, muéstrese medido y creíble y no será detectado.  Para convertir su falsa sinceridad en un arma eficaz para ocultar sus intenciones, defienda su fe en la franqueza y en la transparencia como valores sociales importantes. Hágalo en la forma más pública posible. Enfatice su posición sobre el tema, proclame de tanto en tanto algún pensamiento en el que crea profundamente, Pero cuídense por supuesto de que en realidad sea irrelevante o insignificante. Talleyrand, el ministro de Exteriores de Napoleón Bonaparte, era un maestro en ganarse la confianza de la gente revelando algún secreto aparente. Esta simulada confidencia -que no era más que un señuelo- lograba extraer una confidencia real de parte de la otra persona.

Recuerde los burladores hacen todo lo que está a su alcance para enmascarar su carácter de bribones, cultivan un aire de sinceridad en un área para disimular su accionar artero en otra. La franqueza no es más que un señuelo más entre las armas de su arsenal.

        Ley 4 Diga Siempre Menos de lo Necesario    

Tiempo de Lectura: 7 minutos.

        Criterio    

Cuando intente impresionar a la gente con palabras tenga en cuenta que cuanto más diga más vulnerable será y menor control de la situación tendrá. Incluso cuando lo que diga sea solo una banalidad parecerá una idea original si la plantea en forma vaga, abierta y enigmática.     Las personas poderosas impresionan e intimidan por su parquedad. Cuanto más hable mayor será el riesgo de decir alguna tontería.

        Trasgresion de la Ley    

    Cayo Coroliano fue un gran héroe militar en la antigua Roma  durante la primera mitad del siglo V a.C ganó numerosas batallas que salvaron una y otra vez a la ciudad del desastre. Dado que pasaba la mayor parte del tiempo en los campos de batalla, pocos eran los romanos que lo conocían personalmente, lo que lo convirtió en una especie de figura legendaria.

En el año 454 a.C Coriolano decidió que había llegado el momento de explotar su fama y entrar en la política. Se postuló para el alto cargo de cónsul. La tradición imponía que los candidatos a tan encumbrada posición pronunciaran un discurso público, al iniciar su campaña electoral. Cuando Coroliano se presentó ante el pueblo comenzó por mostrar las docenas de cicatrices provocadas por las heridas sufridas a lo largo de siete años de luchar por Roma. Muy pocos de los presentes presentaron atención al extenso discurso que a continuación pronunció Coriolano. Aquellas cicatrices pruebas de su valor conmovieron al pueblo hasta las lágrimas.     El triunfo electoral de Coriolano parecía asegurado.

Sin embargo, llegado el día de la elección Coriolano     ingresó en el foro escoltado por todo el senado y por los patricios que conformaban la aristocracia de la ciudad.  El común de la gente se sintió confundida ante semejante alarde de confianza en el resultado electoral favorable. De inmediato Coriolano pronunció su segundo discurso dirigiéndose en particular a los ciudadanos acaudalados que lo habían acompañado al Foro.     Su tono fue arrogante e insolente afirmó estar seguro de obtener la mayoría de los votos, se jactó de sus hazañas en el campo de batalla, hizo algunas bromas irónicas que solo eran comprendidas y compartidas por los patricios, acusó con agresividad a sus contrincantes e hizo especulaciones sobre las riquezas que procuraría para Roma. Esta vez el pueblo lo escuchó: no se había percatado de que el legendario militar era también un engreído fanfarrón.

Las noticias acerca del segundo discurso de Coriolano se defindieron con rapidez por toda Roma, y el pueblo se congregó en masa para asegurarse de que no fuese electo. Derrotado, Coriolano volvió al campo de batalla, amargado y jurando vengarse del pueblo que había votado en su contra. Algunas semanas más tarde llegó a Roma un importante cargamento de granos, el senado estaba preparado para distribuir el alimento gratuitamente entre el pueblo. Pero cuando se disponían a someter esa decisión a votación apareció Coriolano en escena y subió el estrado del senado. En su discurso informó que la distribución masiva de ese tipo tendría un efecto negativo en la ciudad.     Varios senadores se plegaron a su posición y el voto sobre la distribución gratuita fracasó. No se detuvo ahí, acto seguido criticó el concepto básico de la democracia y propuso deshacerse de los representantes de la clase plebeya: los tribunos y entregar el gobierno de la ciudad exclusivamente a los patricios.  Cuando se corrió la noticia sobre el último discurso de Coriolano la ira de la plebe no conoció límites, los tribunos fueron enviados al senado para exigir que Coriolano compareciera ante ellos. Coriolano se negó. En toda la ciudad se realizaron manifestaciones y se produjeron tumultos y     el senado temeroso de la ira de la plebe al fin votó a favor de la distribución gratuita de los granos, los tribunos quedaron satisfechos. Pero el pueblo exigía una disculpa pública de Coriolano. Si se mostraba arrepentido de su actitud y accedía a callar de ahí en adelante sus opiniones, se le permitiría regresar al campo de batalla.

Coriolano apareció por última vez ante el pueblo que se dispuso a escucharlo con respetuoso silencio, comenzó en tono quedo y medido. Pero a medida que avanzaba en su discurso se volvió cada vez más agresivo y hasta profería insultos, su tono era arrogante, su expresión despectiva cuanto más hablaba más se iba enfureciendo la plebe. Por último lo silenciaron a gritos.

Después de una consulta interna los tribunos condenaron a muerte a Coriolano y ordenaron a los magistrados que el militar fuese llevado de inmediato a lo alto de la roca Torpeya y arrojado al abismo. La plebe entusiasmada apoyó la decisión. Sin embargo, los patricios lograron intervenir y la sentencia fue conmutada por la de cadena a destierro de por vida. Cuando el pueblo se enteró de que el gran héroe militar de Roma nunca más regresaría a la ciudad salió a celebrar a las calles. Nunca antes había visto semejante celebración, ni siquiera ante la derrota de un enemigo extranjero.

        Interpretación    

Antes de su ingreso en la política en nombre de Coroliano despertaba admiración y respeto. Sus triunfos en el campo de batalla lo mostraban como un hombre de gran valor y coraje. Dado que los ciudadanos sabían muy poco de él se empezaron a tejer todo tipo de leyendas en torno de un hombre. Sin embargo, en el momento en que presentó ante los ciudadanos de Roma y dijo lo que en realidad sentía y pensaba todo el misterio y toda la grandeza se esfumaron. se enfurecia y profería amenazas como un soldado cualquiera e insultaba y difamaba a sus contrincantes como si se sintiera amenazado o inseguro. De pronto ya no era en absoluto lo que la gente había imaginado, la discrepancia entre la leyenda y la realidad resultóen un una enorme desilusión para quienes querían creer en su héroe. Cuanto más hablaba Coriolano menos poderoso se le veía. Una persona incapaz de controlar sus palabras es también una amenaza, es una persona incapaz de controlarse a sí misma y por lo tanto es indigna de respeto. Si Coriolano hubiese hablado menos la plebe nunca habría tenido motivos para sentirse ofendida por él y nunca hubiese conocido sus verdaderos sentimientos. Coriolano había conservado su poderosa aura y sin duda lo habrían elegido Cónsul y entonces sí habría podido consumar sus objetivos antidemocráticos. Pero la lengua humana es una bestia que muy pocos saben dominar. Forcejea constantemente por escapar de su jaula y si no se le adiestra de la manera adecuada se vuelve contra uno y le causa problemas. Aquellos que despilfarran el tesoro de sus palabras no pueden acumular poder.

Las ostras se abren por completo cuando hay luna llena y cuando los cangrejos ven a una ostra abierta tiran dentro de ella una piedrita o un trozo de alga a fin de que ésta ostra no pueda volver a cerrarse y el cangrejo pueda devorarla. Éste es también el destino de quien abre demasiado la boca por lo cual se pone a merced del que lo escucha. Leonardo da Vinci 1552-1519

        Claves para alcanzar el poder    

En muchos aspectos el poder es un juego de apariencias y cuando usted dice menos de lo necesario parecerá inevitablemente más grande y poderoso de lo que es en realidad es. Su silencio hará sentir incómodos a los demás, el ser humano es una máquina que de continuo interpreta y explica. Necesita saber qué es lo que usted en realidad está pensando. Si usted controla con cuidado lo que revela los otros no pueden adivinar sus intenciones y el significado real de sus manifestaciones. Sus respuestas breves y sus silencios pondrán a los demás a la defensiva y nerviosos, tratarán de llenar el silencio con todo tipo de comentarios que revelarán información valiosa sobre sí mismos y sus debilidades. Saldrán de una reunión con usted sintiendo que algo les ha sido robado y se irán ponderando cada palabra que usted haya dicho. Esta atención especial a sus breves comentarios no hará más que incrementar su poder.

Decir menos de lo necesario no es algo reservado para reyes y estadistas. En la mayor parte de los aspectos de nuestra vida cuanto menos diga tanto más profundo y misterioso parecerá. De joven el artista Andy Warhol comprendió que en general resulta imposible lograr que la gente haga lo que uno quiere, con solo hablarle se vuelven contra uno y hacen exactamente lo contrario y desobedecen las indicaciones por el simple gusto de desobedecer. En cierta oportunidad Warhol le dijo a un amigo “aprendí que uno tiene más poder cuando se calla la boca”.

Mas adelante Warhol utilizó esta estrategia con gran éxito, sus entrevistas eran verdaderas ejercicios de discurso oracular. Solía decir algo vago y ambiguo y el entrevistador se rompía la cabeza tratando de percibir el significado de sus palabras, imaginando que había algún profundo significado oculto, tras sus frases carentes de significado Warhol rara vez hablaba de su trabajo sino que dejaba que los demás lo interpretaran. Decía haber aprendido esta técnica del maestro del enigma, Marcel Duchamp, otro artista del siglo XX que se dió cuenta bien pronto de que, cuanto menos decía de su obra, la gente más hablaba de ella y cuanto más hablaba la gente de su obra, tanto más valiosa se tornaba ésta.

Al decir menos de lo necesario se genera la apariencia de significado y poder. Además cuando menos se diga menos riesgo correrá de decir algo tonto hasta peligroso. Aprenda la lección: una vez que las palabras han salido de su boca no es posible retirarlas. Manténgalas bajo control. Tenga especial cuidado con el sarcasmo: la satisfacción momentánea que obtenga con sus cáusticas palabras siempre será menor que el precio que deberá pagar por ellas.

        Invalidacion    

Hay momentos en los que no es inteligente guardar silencio. El silencio puede despertar sospechas e incluso inseguridad, sobre todo en sus superiores. Un comentario vago o ambiguo puede exponerlo a interpretaciones que usted no espera ni desea. El silencio y el decir menos de lo necesario es un arte que debe ejercerse con cautela y en las situaciones adecuadas a veces es más inteligente imitar al bufón de la corte que se hace el tonto, pero sabe que es más inteligente que el rey. Habla, habla y entretiene y nadie sospecha que es mucho más que un simple tonto.

A veces las palabras también pueden actuar como una especie de cortina de humo útil para engañar a sus adversarios. Al llenar con palabras los oídos de su interlocutor puede distraerlo e hipnotizarlo. Cuanto más hable menos sospechoso resultará. Las personas verborreicas no suelen ser consideradas falsas o manipuladoras sino incapaces y poco sofisticadas. Este es el reverso de la política del silencio empleada por los poderosos, hablando más y mostrandose más débil y menos inteligente que su víctima podrá engañarla con un suma facilidad.

    Autoridad  Nunca comience a mover los labios antes que sus susbordinados, cuanto más tiempo guarde en silencio más pronto los demás los moverán y a medida que ellos mueven los labios, usted podrá entender sus verdaderas intenciones. Si el soberano no se muestra misterioso. Los ministros encontrarán la oportunidad para exigir y exigir (Han-fei-tzu filósofo chino, siglo III a.C.)

    Imagen  El oráculo de Delfos. Cuando Los visitantes consultaban el oráculo de Delfos la sacerdotisa pronunciaba algunas palabras enigmáticas que parecían tener un importante contenido. Nadie desobedecía las palabras del oráculo: ejercían poder sobre la vida y la muerte de quienes lo consultaban

Ley 21 Finja Candidez para Atrapar a los Cándidos: Muestrese más Tonto que su Victima.

Tiempo de lectura: 8 minutos

        Criterio    

A nadie le gusta sentirse más estúpido que los demás. Por lo tanto, el truco consiste en hacer sentir sagaces e inteligentes a sus víctimas y, sobre todo, más sagaces e inteligentes que usted. Una vez que los haya convencido de esto nunca sospecharán de que usted tiene motivaciones ocultas contra ellos.

En el invierno de 1872 el financista estadounidense Asbury Haroendig se hallaba de visita en Londres cuando recibió un telegrama informando que habían descubierto una mina de diamantes en el oeste de Estados Unidos. El telegrama provenía de una fuente confiable William Bradford, dueño del banco de California, pero aún así lo tomó como una broma. Acaso inspirada por el descubrimiento reciente de grandes minas de diamantes en Sudáfrica. Era cierto que cuando llegaron las primeras informaciones de que se habían descubierto minas de oro en el Oeste estadounidense, todo el mundo se había mostrado escéptico y, sin embargo, la noticia resultó verdadera. Pero una mina de diamantes en el lejano oeste era increible y mostró el telegrama a su colega en el mundo de las finanzas el barón Rothschild (uno de los hombres más ricos del mundo) y le comentó que debía de tratarse de una broma. Sin embargo el barón contestó, no esté demasiado seguro Estados Unidos es un país muy grande y ya ha dado más de una sorpresa al resto del mundo y quizá tenga reservada otra vez más. Harpending regresó a Estados Unidos en el primer vapor. Cuando llegó a San Francisco de regreso reinaba un clima de excitación que recordaba los días de la Fiebre de Oro a finales de la década de 1840. Dos veteranos y rudos buscadores de minas Philip Arnold y John Slack fueron los descubridores de la mina de diamantes. No habían revelados la ubicación en el estado de Wyoming. Pero algunas semanas antes habían llevado a un respetado experto en minería tomado por una ruta complicado a fin de que el hombre no pudiera determinar la localización del yacimiento y una vez ahí el experto observó como los dos mineros extraían diamantes. De regreso a San Francisco, el especialista llevó las piedras a varios joyeros, uno de los cuales estimó su valor en 1.5 millones de dólares.

Harpending y Ralston pidieron a Arnold y Slack que los acompañara a Nueva York donde el joyero Charles Tiffany verificaría el valor real de las gemas. Los buscadores de minas no se mostraban muy entusiasmados ya que olian una trampa. Podían fiarse de esos embaucadores de la ciudad? No sería que Tiffany y los financistas planeaban robarles la mina debajo de sus narices? Ralston intentó aplacar sus temores dándoles $100,000 dolares y depositando otros 300,000 a nombre de ellos. Si el negocio se realizara cobrarían 300,000 más. Los mineros aceptaron al fin. El pequeño grupo viajo a Nueva York donde se celebró la reunión en la mansión de Samuel L. Barlow. Lo mejor de la aristocracia de la ciudad estaba presente cuando se anunció que las piedras valían en realidad una fortuna. Los financistas apenas si pudieron dominar su entusiasmo enviaron telegramas a Roschild y otros millonarios para informarles sobre la mina de diamantes a invitarlos a participar en la inversión. Al mismo tiempo les dijeron a los buscadores de misas que querían realizar una prueba más. Insistieron que un experto en minería designado por ellos acompañara a Arnold y Slack hasta el lugar para verificar la riqueza de la mina. Los mineros en un principio reacios, accedieron al fin, pero dijeron que entre tanto ellos tenían que regresar a San Francisco. Las joyas que Tiffany había examinado quedarían en custodia de Harpending.

Algunas semanas después un hombre llamado Lois Janin el mejor experto en minería del país se encontró con los buscadores de minas en San Francisco. Janin de naturaleza escéptica estaba dicidido a asegurarse de que la mina no era un fraude. Harpending y otros financistas interesados en la inversión lo acompañaron. Tal como habían hecho con el experto anterior los buscadores de minas condujeron al grupo a través de una serie de valles y quebradas para confundirlos por completo en cuanto a la ubicación. Al llegar al lugar, los financistas quedaron pasmados cuando Janin comenzó a excavar la zona que al destruir hormigueros y remover bloques de piedra encontró esmeraldas, rubíes, zafiros y sobre todo diamantes. La excavación duró 8 días al cabo de los cuales Janin quedó convencido, dijo a los inversores “que se encontraban ante una de las más ricas minas de la historia”. «Con 100 nombres y la maquinaria adecuada, les dijo, “yo garantizaría que de aquí se pueden sacar cada 30 días diamantes por valor de $1,000,000 de dólares”.

Dos días después, que regreso en San Francisco, Raslton, Harpending y sus asociados procedieron rápidamente a formar una corporación de inversión privada con 10 millones de dólares de capital inicial. Pero antes tendrían que deshacerse de Arnold y Slack hecho que significaba disimular su entusiasmo, ya que no tenían la menor intención de revelar el verdadero valor de las minas. De modo que se hicieron los tontos actuaron con falsa cautela y dijeron a los mineros que dudaban del dictamen de Janin y de que la mina fuera tan rica como habían creído en un primer momento. Con esto no lograron más que enfurecer a los mineros optaron entonces por una táctica distinta; y dijeron a los dos hombres que si ellos exigieran tener acciones en la mina, terminarían esquimados por los inescrupulosos magnates e inversores que manejarían la corporación. Trataron de convencerlos de que lo mejor que podían hacer era quedarse con los $700,000 que ya les habían ofrecido. Suma enorme en aquellos tiempos y dejar de lado su codicia. Los mineros parecieron comprender estos argumentos y accedieron aceptar el dinero ofrecido. Firmaron la sesión de los derechos de la mina a los financistas y entregaron los correspondientes planos. La noticia de la mina de diamantes corrió como un reguero de pólvora, los buscadores de minas exploraban todo Wayoming. Entretando Janín y su grupo gastaban los millones recaudados de los inversores para comprar equipos, contratar a los mejores conocedores de oficio e instalar lujosas oficinas en Nueva York y San Francisco. Unas semanas más tarde después de su primer viaje a la mina se enfrentaron con la cruda realidad. No encontraron un solo diamante o Rubí, todo había sido un fraude, estaban arruinados, sin saberlo había involucrado a los hombres más ricos del mundo a la mayor estafa del siglo.

Al final la reputación de Harpending quedó arruinada y nunca más logró recuperarse. Rothschild aprendió la lección y nunca volvió a caer en una trampa semejante Slack tomó su dinero y desapareció nunca se supo nada más de él. Arnold simplemente regresó a su casa en Kentucky. Después de todo, la venta de sus derechos de explotación de la mina había sido absolutamente legal. los compradores se habían hecho asesorar por los mejores técnicos en la materia y si la mina se había agotado era problema de ellos. Arnold utilizó el dinero para ampliar su granja y abrir su propio banco.

        Claves para Alcanzar el Poder    

La sensación de que alguien es más inteligente que nosotros es casi intolerable. En general procuramos justificar esa diferencia de distintas maneras: “Solo es una persona muy leída, mientras que yo tengo conocimientos reales y concretos”. “Sus padres tenían dinero como para darle una buena educación”. “Si mis padres hubieran sido ricos yo no tendría nada que envidiarle”. “No es tan inteligente como cree”. Y por último el conocido comentario “podrá saber mucho más que yo sobre su especialidad pero más allá de eso no es nada inteligente, hasta Einstein era de inteligencia mediocre cuando estaba fuera del campo específico de la física”

En vista de lo importante que es la idea de ser inteligente para la vanidad de la mayoría de la gente resulta fundamental no insultar nunca inadvertidamente o impugnar la capacidad intelectual de una persona. Esto constituye un pecado imperdonable. Pero si usted logra sacarle provecho esta regla de oro le abrirá todo tipo de caminos hacia el engaño. Asegure a los demás de manera subliminal que son más inteligentes que usted, o muestrese algo corto de entendimiento y podrá manejar a su antojo la sensación de superioridad intelectual que usted les brinda y desactivará por completo su desconfianza y les impedirá sospechar de usted.

Los chinos suelen decir disfrázate de cerdo para matar al tigre, ese dicho hace referencia a una antigua técnica de casa según el cual el cazador se viste con la piel y la trompa de un cerdo e imita el gruñido de ese animal. El poderoso tigre piensa que lo que viene hacia él es un cerdo y le permite acercarse, saboreando por anticipado la perspectiva de cazar una presa tan fácil, pero el que termina riendo al final es el cazador. Disfrazarse de cerdo permite obtener milagros de quienes como los tigres son arrogantes y confiados. Esta estrategia también es útil si usted es ambicioso pero se encuentra en una posición jerárquica baja, parecer menos inteligente de lo que es y hasta mostrarse un poco tonto constituye el disfraz perfecto. Mantenga la apariencia de un cerdo inofensivo y nadie creera que usted alberga visiones peligrosas, incluso podrán llegar a promoverlo, gracias a que se ve tan sumiso. Claudio antes de llegar a ser emperador de Roma y el príncipe de Francia que luego se convirtió en Luis XIII utilizaba esta técnica. Cuando quienes estaban por encima de ellos sospechaban que podían tener cierta ambición y acceder al trono desempeñaron el papel de necios en su juventud, nadie se preocupó de ellos. Cuando les llegó el momento de asestar el golpe y actuar con fuerza y decisión lograron tomar por sorpresa a cuantos los rodeaban.

La inteligencia es una cualidad más obvia que disimular. Pero porque limitarse a ella, el buen gusto y la sofisticación se ubican muy cerca de la inteligencia en la escala de la vanidad. Haga sentir a los otros que son más sofisticados que usted y de inmediato bajarán la guardia. Como bien lo sabían Arnold y Slack un aire de completo ingenuidad puede lograr milagros. Aquellos sofisticados financistas se reían de ellos a sus espaldas pero al final quién pudo reír mejor. Entonces por lo general siempre haga creer a los demás que son más inteligentes y más sofisticados que usted, buscarán conservar su cercania porque usted les hace sentirse mejor, y cuanto más usted está al lado de ellos más oportunidades tendrá de engañarlos.

    Autoridad  Sepa utilizar la necedad. El mayor sabio juega algunas veces esta carta y hay ocasiones en que el mejor saber consiste es mostrar que no sabemos. No se ha de ignorar, pero sí fingir que se ignora. Con los necios poca importa ser sabio y con los locos, cuerdo hay que hablar a cada uno en su lenguaje. No es necio el que finge la necedad sino el que la padece… Para ser bien visto, el único medio es vestirse la piel del más simple de los brutos. (Baltazar Gracian 1601-1658)

        Invalidación    

Revelar la verdadera naturaleza de su inteligencia rara vez le dará réditos; deberá acostumbrarse a disimularla todo el tiempo. Si los otros llegan a conocer la verdad, que usted es en verdad mucho más inteligente de lo que parece, lo admiran más por su discreción que por hacer ostentación de su brillantez. Al principio de su ascenso hacia la cumbre del poder, por supuesto no puede hacerse demasiado tonto: deberá hacer saber a sus jefes, de forma sutil, de que es más inteligente de que es más inteligente que quienes compiten con usted. Sin embargo, en la medida que vaya ascendiendo por la escala del poder deberá en cierta medida disimular el brillo de su intelecto.

No obstante hay una situación en la que vale la pena hacer exactamente lo contrario: cuando usted puede disimular u ocultar un engaño haciendo ostentación de su inteligencia. En cuestiones de capacidad intelectual, como en la mayoría de las cosas, es la apariencia lo que cuenta. Si usted aparenta tener autoridad y conocimientos, la gente creerá en lo que usted dice. Esto puede resultar muy útil para sacarlo de apuros. Por lo tanto, es importante saber desempeñar el papel de profesor cuando sea necesario, pero es un error adoptar tal actitud con el único objetivo de lucirse.


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