Alarga tu Esperanza de Vida. Parte 1. Lo que Sabemos.

        Alarga tu Esperanza de Vida. Parte 1 Lo que sabemos.    

Tiempo de Lectura: 21 minutos.

        1.-      Viva Primordium. El pasado    

Hace miles de millones de años en la orilla del mar se desencadenó un proceso químico especial. A medida que se concentraban los ácidos nucleicos, se convierten en polimeros de la misma manera en que se forman los cristales de sal cuando se evapora un charco en la orilla del mar. Son las primeras moléculas de ARN en el mundo, las predecesoras del ADN.     Cuándo el charco vuelva a llenarse de agua ese material genético primitivo quedará encapsulado por ácidos grasos que formarán unas burbujas de jabón microscópicas, las primeras membranas celulares.

No se necesita mucho tiempo, una semana tal vez para que esos charcos que apenas tienen profundidad estén cubiertos por una espuma amarilla formada por millones de diminutos precursores de células llenos de cadenas cortas de ácidos nucleicos, lo que hoy en día llamamos “genes”.

Muchas de esas protocelulas se reciclan, pero algunas sobreviven y empiezan a desarrollar rutas metabólicas primitivas hasta que al final ese ARN comienza a replicarse a sí mismo. Ese punto marca el comienzo de la vida.     Ahora que se ha desarrollado en forma de burbujas de jabón de ácidos grasos repletas de material genético, dichas burbujas empiezan a competir para imponerse a las demás. Simplemente no existen suficientes recursos para todas. Que gane la mejor.

        Día tras día esas formas de vida tan frágiles y microscópicas van evolucionando hasta alcanzar formas más complejas que se extienden hasta ríos y lagos.    

Lo que queda es una costra amarilla gruesa en el lecho de los lagos. Es un ecosistema definido no por el aumento y la disminución del nivel del agua, sino por una lucha brutal por la sobrevivencia y ahora más que nunca es una lucha por el futuro.     Porque los organismos que sobrevivan serán los progenitores de todas las formas de vida que se desarrollarán después: arqueas, bacterias, hongos, plantas y animales.

Dentro de esa masa de células vivas donde todas tratan de conseguir su cantidad mínima de nutrientes y de humedad para sobrevivir y de hacer todo lo posible para responder a la tradicional llamada de la reproducción, existe una especie única,     la llamaremos    Magna supertes término latino para “gran sobreviviente”.

        No se diferencia mucho de los otros organismos que la rodean pero      M. superstes posee una ventaja muy importante: ha desarrollado el mecanismo genético de supervivencia.    

Quedan un sinfín de pasos evolutivos que dar en los miles de millones de años posteriores, cambios tan extremos que surgirán nuevas ramas de vida.     Esos cambios producto de mutaciones, injertos y reorganizaciones genéticas de transferencias de genes entre distintas especies, crearán organismos con simetría bilateral, visión estereoscópica e incluso conciencia.

En comparación ese primer paso evolutivo parece al principio muy simple. Es un circuito, un circuito genético. El circuito comienza con el gen A, un cuidador que evita que la célula se reproduzca cuando las condiciones son duras. Esto es esencial, porque en éste primitivo planeta tierra las condiciones casi siempre son duras.     El circuito también tiene un gen B, que codifica una proteína “silenciadora” esa proteína aisla al gen A cuando las condiciones son las adecuadas para que la célula se copie a sí misma exclusivamente cuando tanto ella, como sus vástagos, puedan sobrevivir.

Los genes en sí mismos no son novedosos, toda la vida del Lago tiene ésos dos genes pero lo que hace que  M.Superstes sea única es que el gen B silenciador a mutado hasta conseguir una segunda función: ayudar a reparar el ADN cuando las células de ADN se rompen, la proteína silenciadora codificada por ejemplo se aleja del gen A para ayudar a reparar el ADN.     Cuándo las células del ADN se rompen la proteína silenciadora codificada por el gen B se aleja para ayudar a reparar el gen A. Esto detiene temporalmente el sexo y la actividad reproductora hasta que el ADN está completamente reparado.

Puesto que ahora tiene un gen silenciador que también repara el ADN.  M Superstes cuenta con una ventaja se detiene cuando el ADN resulta dañado pero después revive. Está súper preparada para sobrevivir.

Y eso es bueno. Porque ahora llega otro ataque a la vida. Unos rayos cósmicos muy poderosos procedentes de una erupción solar lejana bañan la tierra y hacen trizas el ADN de todos los microorganismos de los lagos secos. La gran mayoría de ellos se sigue reproduciendo como si nada pasara, sin saber que sus genomas están rotos y que la reproducción acabará con ellos. Entre las células madre e hija se intercambian una cantidad desigual de ADN lo que hace que ambas fallen. A la postre los esfuerzos caen en saco roto y las células mueren sin dejar nada.

Excepto  M.Superstes, claro está. Porque mientras los rayos causan estragos en el  M.Superstes se disponen a hacer algo inusual:     gracias a la proteína B se separa del gen A para ayudar a reparar el daño en el ADN, el Gen A se activa y las células detienen casi toda la actividad para concentrar la limitada energía de la que dispone en la reparación del ADN dañado.  Gracias a que le ha plantado cara al impulso ancestral e imperativo de reproducirse  M.Superstes logra sobrevivir. Cuándo el último período de sequía llega a su fin, los lagos se llenan de nuevo de agua  M. superstes se despierta.     Ahora si puede reproducirse y lo hace una y otra vez. Se multiplica, se traslada a nuevos biomas. Evoluciona. Crea generación tras generación de nuevos descendientes son: nuestros Adán y Eva.

Al igual que ocurre con ellos tampoco sabemos si  M.superstes llegó a existir pero las pruebas que he que encontrado a lo largo de los 25 años que llevo investigando, sugieren que todo ser vivo que nos rodea hoy en día es producto de ese gran superviviente o al menos de un organismo primitivo muy parecido a él.     El registro fósil de nuestros genes demuestra con creces que todo ser vivo que habita en este planeta con nosotros, posee ese antiguo circuito genético de supervivencia más o menos en su forma básica.  Está presente en todas las plantas, en todos los hongos. En todos los animales. Y en nosotros. Mi teoría es que el circuito genético se ha conservado porque es una solución simple y elegante a los desafíos que presenta el mundo a veces inhóspito y aveces generoso, con la que se asegura la supervivencia de los organismos que lo poseen. Es en esencia un kit de supervivencia primordial que desvía la energía a las zonas que más la necesitan y realiza las reparaciones precisas en esos momentos en que el mundo se propone hacer estragos con el genoma, al mismo tiempo que asegura la reproducción en los momentos favorables. Además es tán simple y robusto que no solo asegura la continuidad de la vida en el planeta, sino que también logró que el circuito genético de supervivencia pasara de padres a hijos mutando y mejorando de forma gradual, lo que ayudó a que la vida siguiera existiendo durante miles de millones de años, sin importar que el universo se nos echara encima y, en muchos casos permitiendo que ciertas vidas individuales se prolongaran más de lo necesario.

El cuerpo humano si bien dista mucho de ser perfecto y sigue en evolución, porta una versión avanzada de este circuito de supervivencia que le posibilita vivir durante muchas décadas a pesar de que haya pasado la edad de reproducirse, aunque es interesante especular sobre el motivo por el que la longevidad aumento en un primer momento (la necesidad de contar con unos abuelos que educaron la tribu es una teoría interesante), dado el caos que existe a escala molecular es asombroso que logremos sobrevivir 30 segundos,     toda una hazaña que sigamos viviendo después de la etapa reproductiva y ya ni hablamos de llegar a los 80 como algo habitual.

Pero eso es lo que hacemos. Y es algo maravilloso. Un milagro porque somos la progenie de un largo linaje de grandes supervivientes. Por tanto nosotros también somos grandes supervivientes.

    Sin embargo también hay una desventaja porque este circuito que portamos, el descendiente de toda una serie de mutaciones que sufrieron nuestros ancestros más lejanos es el motivo porqué envejezcamos.  Y si no me equivoco al expresarlo así. Es el único motivo.

        Todo tiene un porqué    

Si te horroriza la idea de que haya una causa concreta que provoca el envejecimiento, ten por seguro que no eres el único. Si nunca haz reflexionado sobre el hecho de por qué envejecemos te aseguro que también es normal. Hay muchos biólogos que tampoco han reflexionado mucho al respecto y ni siquiera los gerontólogos, los médicos especializados en los problemas de el envejecimiento no se preguntan por qué envejecemos. Se limitan a tratar las consecuencias.

Pero no se trata de una miopía que afecte tan solo al envejecimiento, sin ir tan lejos en los años 60 por ejemplo la lucha contra el cáncer era una lucha contra sus síntomas, no había una explicación unificada para su aparición de manera que los médicos extirpaban los tumores lo mejor que podían y dedicaban mucho tiempo en advertirles a sus pacientes de que fueran haciendo testamento.     El cáncer, como la vida, era así; porque eso es lo que decimos cuando no tenemos explicación para algo.

Pero después en la década de los 70 los biólogos moleculares Peter Vogt y Peter Duesberg descubrieron genes que causan cáncer cuando mutan, estos genes llamados “oncogenes” alteraron por completo el paradigma de la investigación sobre el cáncer. Los laboratorios farmacéuticos por fin tenían un objetivo al que disparar: las proteínas inductoras de un tumor codificadas por ciertos genes como BRAF, HER2, y BCR-BCR-ABL. Al desarrollar medicamentos que bloquean específicamente las proteínas inductores de tumores, por fin podríamos alejarlos de la radiación y la quimioterapia más agresiva y     atacar directamente la raiz genética de los tumores, sin tocar las células normales, es evidente que desde entonces todavía no hemos curado todos los tipos de cáncer pero ya no nos parece imposible lograrlo.  De hecho muchos de los investigadores se muestran optimistas al respecto y esa esperanza también alentó la parte más memorable del discurso del presidente Barak Obama durante el discurso sobre el Estado de la Unión de 2016. “Por los seres queridos que hemos perdido, por los familiares que todavía podemos salvar, vamos a conseguir que Estados Unidos sea el país que cura el cáncer de una vez por todas” dijo Obama mientras se dirigía a la cámara de representantes, que pidió un esfuerzo nacional para vencer la enfermedad y anuncio el comienzo     de un programa llamado Cancer Moonshot cuándo puso al frente de dicho programa al vicepresidente Joe Biden que había perdido un año antes a su hijo a causa de un cáncer,  incluso algunos de los enemigos más acérrimos de los demócratas tuvieron problemas para contener las lágrimas. Durante los días y las semanas posteriores al discurso muchos investigadores señalaron que se tardaría más de un año en encontrar la cura del cáncer, qué era el tiempo que les quedaba a Obama y a Baiden en el gobierno. Sin embargo fueron muy pocos los que dijeron que era imposible. Y eso se debe a que en el corto plazo de tiempo que suponen un par de décadas, hemos cambiado por completo nuestra manera de enfrentarnos al cáncer. Ya no lo vemos como algo inevitable que forma parte de la condición humana.

Las tasas de supervivencia de algunos tipos de cáncer qué eran letales en el pasado han aumentado de forma significativa gracias a una combinación de inhibidores de BRAF e inmumoterapia la supervivencia al melanoma maligno con metástasis cerebral uno de los tipos de cáncer más letales que existen, ha aumentado hasta un 91% desde 2011. Entre 1991 y 2016 las muertes totales provocadas por el cáncer en Estados Unidos y disminuyeron en un 27% y lo siguen haciendo.     Es una victoria que se cuantifica en millones de vidas.

La investigación sobre el envejecimiento está hoy en día en un punto similar a la del cáncer a los años 60.     Contamos con una buena base de conocimiento acerca del aspecto que presenta el proceso y sobre lo que nos provoca, existe un acuerdo incipiente sobre lo que lo origina y lo que lo frena. Todo indica que el envejecimiento no va a ser algo difícil de tratar y qué es mucho más sencillo que curar el cáncer.

El Homo Sapiens tras sacarle partido a su cerebro relativamente grande y a una civilizacion próspera para ganar con la mano perdedora que le ha repartido la evolución (extremidades débiles, sensibilidad al frío, olfato pobre, ojos que solo ven la luz del día y en el espectro visible) esa especie tan inusual sigue innovando. Ya se ha abastecido con abundante comida, nutrientes y agua al tiempo que ha disminuido las muertes por depredadores, condiciones adversas, enfermedades infecciosas y guerras. Todas esas causas fueron en otra época limitaciones para que evolucionara hasta aumentar su esperanza de vida.     Con ellas fuera del tablero en unos cuantos millones de años más de evolución pueden conseguir duplicar su longevidad y acercarse a la esperanza de vida de otras especies dominantes.  Pero no hace falta esperar tanto ni por asomo porque ésta especie está trabajando de forma diligente     para crear medicamentos y tecnologías que le ofrezca la robustez de una especie que ha evolucionado durante años, consiguiendo de verdad lo que evolución no le pudo proporcionar la naturaleza.

Si queremos progresar de verdad en los esfuerzos para aliviar el sufrimiento que conlleva el envejecimiento, se necesita una explicación unánime de porqué envejecemos no solo a nivel evolutivo sino también fundamental. Aparece un cambio en el paradigma, un cambio tras el cual emerge un nuevo modelo consensuado capaz de explicar más que el anterior. Eso fue lo que sucedió hace unos 10 años cuando las ideas de los científicos que lideraban las investigaciones sobre el envejecimiento empezaron a conformar un nuevo modelo, uno que sugería el motivo por el que tanta gente brillante había fracasado a la hora de identificar una sola razón que explicara el envejecimiento y era que no existía tal cosa.     Según esa teoría tan distinta el envejecimiento y las enfermedades que conlleva son resultado de múltiples marcas distintivas del envejecimiento como las siguientes:

• Inestabilidad del genoma provocada por el daño en el ADN. • Acortamiento de los telómeros, los extremos de los cromosomas. • Alteraciones en el genoma que controla los genes que actúan y en los que no. • Pérdida de proteostasis o buen mantenimiento de las proteínas. • Fallo en la detección de nutrientes ocasionado por cambios metabólicos. • Disfunción mitocondrial. • Acumulación de células senescentes que inflaman las células sanas. • Agotamiento de las células madre. • Alteración en la comunicación intercelular y en la producción de moléculas inflamatorias.

        Los investigadores aceptaron con cautela la nueva idea: si se tratan dichas marcas distintivas se puede relentizar el envejecimiento; si se relentiza el envejecimiento, se pueden prevenir las enfermedades, si se previenen las enfermedades se puede retrasar la muerte.    

Tomemos como ejemplo las células madres que tienen el potencial de convertirse en cualquier otro tipo de célula.     Si logramos evitar que estas células madre se cansen podemos generar de forma continua las células diferenciadas necesarias para reparar los tejidos dañados y luchar contra todo tipo de enfermedades.  Entre tanto estamos mejorando el porcentaje de aceptación en los trasplantes de médula ósea, la terapia más habitual con células madre y usamos éstas para tratar la artritis en las articulaciones, la diabetes tipo 1, la pérdida de visión y algunas enfermedades degenerativas cómo el Alzheimer y el Parkinson esas terapias con células madre añaden años de vida a los pacientes.

Otro ejemplo las células senescentes que han perdido la capacidad de dividirse pero que se niegan a morir y siguen emitiendo señales de pánico que inflaman a las células que las rodean. Si podemos erradicarlas y evitar que se acumulen en primer lugar, podemos mantener sanos nuestros tejidos durante más tiempo. Lo mismo se puede decir sobre la lucha contra el acortamiento de los telómeros, la pérdida de la próteostasis o el resto de las marcas distintivas. Cada una de ellas puede combatir de forma individual poco a poco de manera que nos ayuden a aumentar la esperanza de vida humana.

Hay pocas dudas de que la lista de dichas marcas, aunque incompleta,     constituyen los cimientos de un manual táctico importante para disfrutar de una vida más larga y sana.  Los tratamientos que relenticen cualquiera de estas marcas distintivas pueden añadir unos cuantos años de bienestar a nuestras vidas.     Si pudiéramos tratarlas todas, las recompensas serían un enorme aumento en la media de la esperanza de vida.

Sin embargo creo que existe una causa de envejecimiento que está por encima de todas las marcas distintivas. Sí,     una razón única que explica por qué envejecemos. El envejecimiento es simplemente una pérdida de información. Hay dos tipos de información biologíca y están codificados de formas distinta.  El primer tipo de información es digital, como ya sabrás se basa en un conjunto finito de valores posibles, en éste ejemplo no en base 2 binario por solo por 0 y uno, sino en base 4 o cuaternario representado por la adenina, la timina, la guanina y la citosina: los nucleótidos del ADN. Como el ADN es una forma fiable de almacenar y copiar información de hecho puede copiarse una y otra vez con una tremenda precisión y no difieren en principio de la información digital almacenada en la memoria de un ordenador o en un DVD, el ADN también es robusto. Durante mi primera época en laboratorio me sorprendió comprobar que ésta molécula de la vida era capaz de sobrevivir durante horas en agua hirviendo y me emocioné al descubrir que podía recuperarse de fósiles de al menos 4,000 años de antigüedad, las ventajas del almacenamiento digital explica por qué las cadenas de ácidos nucleicos han sido el sistema de almacenaje por los últimos cuatro mil millones de años.     Otro tipo de información que posee nuestro cuerpo es analógico.  No oímos muchas cosas sobre la información analógica del cuerpo humano porque es nueva para la ciencia y por otra porque rara vez se describe en forma de información. Aún cuando así fue como se describió por primera vez. Cuando los genetistas descubrieron efectos no genéticos extraños en las plantas que estaban cultivando,     hoy en día la información analógica se conoce comúnmente como “epigenoma” y comprende los rasgos que son hereditarios pero que no se transmiten a través de los genes,  el término epigenética explicado en 1942 por el británico& Conrad Waddiggton un biólogo del desarrollo que trabajaba en la Universidad de Cambridge, en la pasada década, describio el significado de la palabra que se ha expandido hacia otras áreas de la biología qué tiene que ver menos con la herencia. De la misma manera que la información genética se almacena como ADN, la información epigenética se almacena en una estructura llamada “cromatina”. El ADN no se mueve de forma desorganizada en el interior de la célula sino que se encuentra firmemente compactado alrededor de pequeñas bolas de proteínas llamadas “histonas” esas bolitas se organizan enrollándose como cuando enrollas la manguera del jardín. Sí usáramos los extremos de un cromosoma para jugar al estira y afloja acabaríamos con una cadena de ADN de casi 2 metros de largo con miles de histonas unidas y si de alguna manera podemos conectar el extremo de la cadena de ADN a un enchufe y lograramos que las histonas se encendieran y apagaran podríamos usarlas como guirnaldas de luces navideñas.

La información epigenética organiza el ensamblaje de un recién nacido formado por 26,000 millones de células creadas a partir de un óvulo fecundado, así como lo que permite que las células genéticamente idénticas de nuestro cuerpo asuman miles de modalidades diferentes.

    Si el genoma fuera un ordenador el epigenoma sería el software. Da instrucciones a las células recién divididas sobre qué tipo de células deben ser y por qué deberían seguir siendo,  a veces durante décadas cómo en el caso de las neuronas y ciertas células inmunitarias por eso una neurona no se comporta de repente como una célula epitelial o porqué una célula del riñón dividida no da lugar a dos células de hígado.     Sin información epigenética las células perderían rápidamente su identidad y también las células nuevas, si eso sucediera los tejidos de los órganos dejarían de funcionar poco a poco hasta fallar por completo.     En términos de adaptación la información analógica es preferible porque se pueden modificar y adaptar cuando lo exija el entorno interno o externo de la célula y pueden almacenar un número casi ilimitado de valores posibles  incluso en respuesta a condiciones que no se hayan dado nunca. Es el número ilimitado de valores el motivo por el que muchos audiofilos siguen prefiriendo los sonidos de los sistemas de almacenamiento analógicos. Los sistemas analógicos tienen sus ventajas, pero cuentan con una desventaja importante ese motivo es que hayamos cambiado lo analógico a lo digital. A diferencia de la información digital la información analógica se degrada con el paso del tiempo, acaba siendo víctima de las fuerzas conspiradoras de los campos magnéticos, la gravedad, la radiación cósmica y el oxígeno y lo peor de todo es que se pierde información cuando se copia. Pregúntale a cualquiera que intente reproducir o restaurar el contenido de un DVD que tenga el borde roto, lo perdido perdido está.     Sin embargo si podemos recuperar información de un DVD rayado, y si estoy en lo cierto, ese mismo proceso es el que se aplicará para curar el envejecimiento.

        Tal y como demostró la clonación de forma tan maravillosa, nuestras células retienen la información digital de la juventud incluso cuando somos viejos, para ser jóvenes de nuevo solo necesitamos encontrar un pulimiento que quite los rayones.    

        Y eso creo que es posible hacerlo.    

        Cada cosa a su tiempo    

La teoría del envejecimiento por pérdida de información comienza con el circuito de supervivencia primigenio heredado de nuestros ancestros remotos a lo largo del tiempo, como es de esperar el circuito ha evolucionado. Los mamíferos por ejemplo no solo tienen un par de genes cuando crean un circuito de supervivencia como aquellos primeros que aparecieron en  M. superstes. Los científicos han descubierto más de 24 en nuestro genoma,     casi todos mis colegas los llaman “genes de la longevidad” porque han demostrado poseer la habilidad de extender tanto la media de esperanza de vida, como la longevidad de muchos organismos. Sin embargo esos genes no solo alargan la vida también hacen que sea más sana de ahí que asimismo pueden calificarse como “genes de la vitalidad”.

Y ahora que sabemos que esos genes existen y lo que hacen muchos de ellos, los descubrimientos científicos nos ofrecen la oportunidad de explorarlos y explotarlos, de imaginar su potencial y conseguir que trabajen para nosotros de distintas maneras. Podemos interpretarlos, analizarlos de arriba a abajo e incluso cambiarlos por completo, utilizando moléculas naturales y nuevas tecnologías simples y complejas, conocimiento antiguo y novedoso. Los genes de la longevidad con los que yo trabajo se llaman sirtuinas llamadas así por el gen SIR2 de la levadura, el primero que se descubrió. Los mamíferos cuentan con 7 sirtuinas de la SIRT1 a la SIRT7 y casi todas las células del cuerpo las tienen.

Cuando empecé a investigar las situinas no estaban en el radar científico. Pero hoy en día esa familia de genes se encuentran en el centro de todas las investigaciones científicas y farmacológicas.

Las sirtuinas que son descendientes del gen B de  M.Superstes son las enzimas desacetiladas de histonas y de otras proteínas que cambian la expresión genética y regula la actividad de los genes silenciados,     cuándo se necesitan esos importantes reguladores epigenéticos se encuentran en lo más alto de la cadena de los sistemas de control celular y se encargan de controlar nuestra reproducción así como la reparación del ADN  después de unos cuántos miles de millones de años de progreso desde los días de la levadura han evolucionado para controlar nuestra salud, nuestro estado físico y nuestra propia supervivencia     también han evolucionado para depender de una molécula llamada dinucleutido de nicotinamida y adenina (NAD por sus siglas en inglés). Tal como veremos más adelante se cree que la pérdida de NAD cuándo envejecemos  y el consecuente declive en la actividad de las sirtuinas es el motivo principal de que nuestro cuerpo desarrolle enfermedades cuando envejecemos pero no cuando somos jóvenes.

    Las sirtuinas qué intercambian la reparación por la reproducción le ordenan a nuestro cuerpo que se detenga en momentos de estrés y nos protegen de las enfermedades más importantes de la vejez:  diabetes y enfermedades cardiovasculares, la enfermedad de alzheimer y la osteoporosis e incluso del cáncer. Silencian las inflamaciones prácticas que acarrean enfermedades como la arteriosclerosis, trastornos metabólicos, la colitis ulcerosa, la arteritis y el asma. Combaten la atrofia muscular, la osteoporosis previenen la muerte celular y estimulan la mitocondria, las pilas de la célula. Combate la atrofia muscular, la osteoporosis y la degeneración macular. En estudios realizados con ratones la activación de las sirtuinas puede mejorar la reparación del ADN, estimular la memoria, aumentar la resistencia física y ayudar a que los ratones no engorden coman lo que coman y todo eso no son suposiciones disparatadas. Los científicos lo han proclamado en distintos trabajos de investigación contrastados y publicados en revistas como  Nature, Cell o Science.

Y gran parte porque todo esto lo hacen basándose en un programa muy simple el maravilloso Gen B del circuito de supervivencia; está demostrado ser más sencible a la manipulación que muchos otros genes de la longevidad.     Tal parece que son la primera ficha de dominó en la grandiosa máquina que es la vida, la clave para entender cómo se protege asimismo nuestro material genético en épocas de adversidad permitiendo que la vida persista y prospere durante miles de años.

Las sirtuinas no son los únicos genes de la longevidad. Hay otros dos grupos de genes que se han estudiado en profundidad y que realizan las mismas tareas     que también han demostrado ser sensibles a la manipulación con fin de ayudar a conseguir una vida más larga y sana. Uno de ellos es la diana de rapamicina TOR una familia de proteínas que regula el crecimiento y el metabolismo.  al igual que las sirtuinas los científicos han descubierto TOR llamado mTOR en los mamíferos por sus siglas en inglés en todos los organismos en los que han buscado. Al igual que sucede con las sirtuinas la actividad de mTOR está altamente regulada por los nutrientes y al igual que sucede con las sirtuinas la actividad de mTOR puede indicarle a las células estresadas que descansen y mejorar la supervivencia pues _    estimulan ciertas actividades como la reparación del ADN, la reducción de la inflamación causada por las células senescentes y la qué tal vez sea su función más importante: la absorción de proteínas viejas.

Cuando todo va bien mTOR es la maestra del crecimiento celular, percibe la cantidad de aminoácido disponible y ayuda a la creación de proteína según dicha cantidad. Sin embargo cuando se inhibe obliga a las células a descansar, a dividirse menos y a reutilizar componentes celulares viejos para mantener los niveles de energía y aumentar la supervivencia, es más o menos como ir a un chatarrero en busca de piezas para arreglar un coche viejo en vez de comprar uno nuevo, es un proceso denominado “autofagia” cuando nuestros ancestros fallaban a la hora de cazar un mamut lanudo y tenían que sobrevivir con magras raciones de proteína fue precisamente la inhibición de mTOR lo que los ayudó a conseguirlo     el otro gen de la longevidad es una enzima controladora del metabolismo conocida como AMPK que ha evolucionado para responder a niveles de energía bajos.  También se ha conservado bastante bien en las distintas especies y al igual que sucede con las sirtuinas hemos aprendido mucho sobre cómo controlarla.     Estos sistemas de defensa se activan como respuesta al estrés biológico.  Es evidente qué circunstancias difíciles de superar por ejemplo: si pisamos un caracol, pues adiós. Un trauma agudo o una infección incontrolable matarán a un organismo sin envejecerlo. A veces el estrés que se produce en el interior de una célula como una multitud de roturas en el ADN es demasiado para que se recupere. Aunque la célula sea capaz de reparar el daño del ADN a corto plazo sin dejar mutaciones producen alteración a nivel epigenético. Y ahí viene lo importante hay un sinfín de factores estresantes capaces de activar los genes de la longevidad sin dañar la célula     entre los que se incluyen algunos ejercicios, el ayuno intermitente, las dietas bajas en proteínas y la exposición al frío y al calor (hablaré más de esto en el capítulo 4) a esto se le llama “hormesis” por regla general la hormesis es buena para los organismos sobre todo cuando se puede inducir sin producir daños a largo plazo. Cuando se produce la hormesis todo funciona bien. Y de hecho funciona mejor que bien, porque ese pequeño nivel de estres qué sucede cuando los genes están activos hace que el resto del sistema descanse para mantenerse y sobrevivir un poco más, ese es el comienzo de la longevidad.

Para complementar ese método están las moléculas que imitan la hormesis, hay fármacos en desarrollo y al menos 2 medicamentos en el mercado capaces de activar las defensas del organismo sin provocar daño alguno de esta manera podemos imitar los beneficios del ejercicio y el ayuno intermitente con una simple pastilla (hablaré de esto en el capítulo 5).

        Nuestra habilidad para controlar todos esos recursos genéticos va a transformar de forma sustancial la medicina y nuestro día a día de hecho va a cambiar la manera en que definimos nuestra especie.    

Y sí, soy consciente de lo que acabo de afirmar así que permiteme explicarte porqué.

        Comentarios    

Cuando las células de ADN se rompen la proteína silenciadora codificada se aleja para ayudar a reparar al gen A. Esto detiene temporalmente el sexo y la actividad reproductora hasta que el ADN está reparado. Una vez reparado el ADN ahora sí puede reproducirse, se multiplica y se traslada a nuevos miomas y evoluciona creando nuevas generaciones de células. El circuito que portamos es la razón por la que envejecemos al perder información.

Contamos con una buena base conocimientos de cómo funciona el proceso de envejecimiento y tenemos un acuerdo incipiente sobre lo que origina y lo que frena el envejecimiento. Todo indica que no va a ser difícil de tratar y será mucho más sencillo qué curar el cáncer.

Según la teoría de las marcas distintivas del envejecimiento es el resultado de 9 marcas que pueden tratarse una a una si se tratan las marcas distintivas se puede relentizar el envejecimiento, si se relentiza el envejecimiento se puedan prevenir enfermedades y si se previenen enfermedades se puede retrasar la muerte. Si logramos evitar que las células madre se cansen podemos generar de forma continua las células diferenciadas necesarias para reparar cualquier tejido dañado y luchar contra todo tipo de enfermedades, esto constituye un manual táctico importante para disfrutar de una vida más larga y sana.     Si pudiéramos tratar todas las marcas distintivas las recompensas serían un enorme aumento de la esperanza de vida.

La teoría de David A. Sinclair es que el envejecimiento es producto de una pérdida de información biologíca, la digital por el genoma y la analógica por el epigenoma qué son el ordenador y el software que da instrucciones a las células divididas sobre lo que deben ser. Sin nformación epigenética las células perderían su identidad. Nuestras células retienen nuestra información digital de la juventud incluso cuando somos viejos, para ser jóvenes de nuevo solo necesitamos encontrar un pulimiento que quiten los rayones en nuestra información. Eso lo hacen tratando a las sirtuinas.

Las sirtuinas le ordenan a nuestro cuerpo que se detenga en momentos de estrés y nos protegen de las enfermedades importantes de la vejez. El Gen B del circuito de la supervivencia es la primera ficha del dominó, la clave para entender cómo se protege nuestro material genético en épocas de adversidad permitiendo que la vida prospere.     Al igual que las sirtuinas, el mTOR y el AMKP han evolucionado para protegernos y aumentar nuestra longevidad.

    El ejercicio, el ayuno intermitente, las dietas bajas en proteínas y la exposición al frío y al calor o hormesis se pueden inducir sin causar daños a largo plazo o aún se pueden obtener con suplementos alimenticios.  Nuestra habilidad para controlar todos estos recursos genéticos van a transformar de forma sustancial la medicina y nuestro día a día y la manera en cómo definimos nuestra especie.


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