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Es normal que nos sintamos indefensos ante un problema tan colosal como el cambio climático. Pero no lo estamos y no hace falta ser político o filántropo para ayudar a mejorar las cosas. Todos tenemos influencia como ciudadanos, consumidores, empresarios o empleados.
Como ciudadanos
Cuando uno se pregunta qué puede hacer para frenar el cambio climático, lo más normal es pensar en medidas cómo conducir un vehículo eléctrico o comer menos carne. Este tipo de acciones personales son importantes por el mensaje que transmiten al mercado, tema que trataremos más a fondo en el siguiente apartado, pero el grueso de nuestras emisiones proceden de sistemas más amplios en los que se desenvuelve nuestra vida cotidiana.
Los responsables políticos deciden que hacer definiendo las prioridades en función de las inquietudes que expresan los electores.
En otras palabras los cargos públicos adoptarán planes concretos contra el cambio climático si los votantes lo exigen. Gracias a los activistas de todo el mundo no es necesario generar demanda, ya hay millones de personas reclamando medidas. Lo qué hay que hacer, no obstante, es convertir esos reclamos en una presión que empuje a los políticos a tomar las decisiones difíciles y realizar las concesiones necesarias para cumplir sus promesas de reducir las emisiones.
Al margen de los recursos con los que cada uno pueda contar siempre podemos utilizar nuestra voz y nuestro voto para conseguir cambios.
Hacer llamadas, escribir cartas y asistir a los plenos municipales. Podemos ayudar a los gobernantes a entender qué es tan importante que piensen en el problema a largo plazo del cambio climático como en el empleo, la educación y la sanidad.
Aunque suene anticuado las cartas y llamadas a los representantes elegidos pueden tener un impacto real. Los senadores y diputados reciben informes frecuentes en sus oficinas sobre las opiniones de los electores. Pero no basta con decir eso; es pedirles que hagan algo respecto al cambio climático. Hay que conocer su postura, formularles preguntas y dejarles claro que se trata de una cuestión que repercutirá en el sentido de nuestro voto. Debemos exigirles que destinen más fondos a la investigación y desarrollo sobre energías limpias, que fijen un precio sobre el carbono o que tomen cualquier otra de las medidas descritas en el capítulo 9.
Estar atentos tanto a escala local como nacional. Muchas de las decisiones relevantes las toman a nivel estatal y municipal los gobernadores y alcaldes, las asambleas legislativas de los estados y los regidores, esfera donde los ciudadanos tienen aún más influencia que a escala Federal. En Estados Unidos, por ejemplo, la electricidad está regulada sobre todo por comisiones de servicios públicos de ámbito estatal, integradas por cargos elegidos o nombrados. Es importante conocer a nuestros representantes y mantener el contacto con ellos.
Presentarse a cargos públicos Aspirar a llegar al congreso de Estados Unidos es una meta muy ambiciosa. Pero un ciudadado puede presentarse a las elecciones del ayuntamiento, dónde en cualquier caso, es probable que sus iniciativas tengan mayor incidencia. Necesitamos cargos públicos con toda la inteligencia política, el valor y la creatividad posibles.
Como consumidores
El mercado está dominado por la oferta y la demanda, así que como consumidores tenemos la posibilidad de ejercer un impacto enorme en el lado de la demanda de la ecuación. Si cada uno de nosotros modifica sus costumbres respecto a lo que compra y utiliza, podemos conseguir grandes avances siempre y cuando nos centremos en cambios trascendentales. Por ejemplo si puedes permitirte instalar un pequeño termostato para disminuir el consumo de energía cuando no estás en casa, no dudes en hacerlo. Reducirás tu factura de la luz y tus emisiones de gases de efecto invernadero.
Sin embargo recortar nuestras emisiones de carbono no es la acción más contundente que podemos realizar. También podemos lanzar al mercado el mensaje y que la gente quiere alternativas neutras en carbono y está dispuesta asumir un mayor costo y por ello. Cuando pagamos más por un coche, una bomba de calor o una hamburguesa vegetal estamos diciendo: Existe un mercado para este producto. Nosotros lo compraremos.
Si suficientes personas envían el mismo mensaje, las empresas responderán y con bastante rapidez, según mi experiencia. Invertirán más dinero y tiempo en la fabricación de productos bajos en emisiones lo que contribuirá a que se consuman en mayor número. Esto reforzará la confianza de los inversionistas en las empresas nuevas que nos ayudarán a llegar al cero.
Sin éste mensaje de la demanda, las innovaciones en las que invierten los gobiernos y las compañías jamás saldrán al mercado, y ni siquiera llegará a desarrollarse dada la falta de incentivos económicos para crearlas.
He aquí algunas medidas concretas que podemos tomar:
Contratar las tarifas verdes de las compañías de servicios algunas compañías de servicios proporcionan a hogares y oficinas la posibilidad de pagar un suplemento para obtener energía procedente de fuentes neutras en carbono. En trece estados de la nación las compañías están obligadas a ofrecer ésta opción. Los clientes pagan un suplemento en la factura de la luz para cubrir el coste adicional de la energía renovable, un promedio de entre 1 y 2 centavos por kilowatt hora es decir entre $9 y $18 dolares al mes para un hogar estadounidense medio. Al participar en estos programas están mostrando a esas compañías nuestra disposición a pagar más por abordar el cambio climático. Eso constituye una importante señal de mercado.
Reducir las emisiones domésticas. Según la cantidad de dinero y tiempo que dispongas, puedes sustituir tus focos incandescentes por leds, instalar un pequeño termostato, aislar las ventanas, comprar electrodomésticos eficientes o remplazar tus ventanas, equipos de calefacción y aire acondicionado por una bomba de calor (siempre y cuando el clima en tu hogar o residencia lo permita).
Si alquilas puedes realizar las mejoras a las que tienes derecho cómo cambiar las lámparas incandescentes y animar al propietario a que se encargue del resto. Si vas a construirte una casa nueva o reformar una vieja puedes optar por utilizar acero reciclado y mejorar la eficiencia energética de la vivienda con paneles aislantes estructurales para hormigón y aislamiento de los cimientos.
Comprar un vehículo eléctrico. Estos vehículos han avanzado mucho en cuanto a precio y rendimiento. Aunque quizá no sean adecuados para todo el mundo, (no son ideales para viajes largos por carretera y no todo el mundo le resultaría práctico recargarlos en casa), están al alcance de cada vez más consumidores. Se trata de uno de los casos en que el comportamiento de los consumidores puede tener enormes consecuencias: si la gente compra muchos vehículos las empresas fabricarán muchos.
Probar una hamburguesa de origen vegetal Comprar estos productos pone de manifiesto qué elaborarlos es una buena inversión. Además comer un sustituto de la carne solo una o dos veces por semana, o prescindir de la carne que cortaría las emisiones a las que somos responsables. Lo mismo se aplica a los lácteos.
Cómo Empresarios o Empleados
Ya sea como empleados o como accionistas podemos presionar a nuestra Empresa para que ponga su granito de arena. Aunque cómo es lógico las acciones de las multinacionales son las que más repercuten en muchos casos de los campos, las empresas pequeñas también pueden contribuir mucho a mejorar las cosas, sobre todo si colaboran a través de investigaciones como las cámaras de comercio locales.
Algunos pasos son más fáciles que otros. Las cosas sencillas sí importan: plantar árboles por ejemplo, es bueno por razones políticas y medioambientales. Demuestran una preocupación por el cambio climático.
Limitarnos a lo fácil, sin embargo no resolverá el problema. El sector privado también deberá adoptar medidas más duras. En principio esto significa asumir mas riesgos. Como financiar proyectos que podrían fracasar o convertirse en un logro para la ciencia de las energías limpias. Accionistas y directivos tendrán que estar dispuestos a asumir parte de esos riesgos asegurando a los ejecutivos que financiarán proyectos innovadores aunque no acaben rindiendo frutos. Debe recompensarse a las compañías y a sus líderes por apostar para que avancemos en la lucha contra el cambio climático.
Las empresas también pueden colaborar unas con otras edificando e intentando dar respuesta a mayores desafíos del clima. Esto significa buscar las primas verdes más altas y tratar de reducirlas. Si en el sector privado, los consumidores más importantes de materiales como el acero o el cemento se unieran y exigieran sustitutos más limpios, y se comprometieran con la infraestructura que requiere su fabricación, la investigación se aceleraría y el mercado adoptaría el rumbo correcto.
Si los líderes políticos se centran en las fuentes de emisiones y los desafíos técnicos más importantes? Si están hablando de almacenamiento de energía a escala de red, de electrocombustibles y de captura de carbono? Y si nos hablan de cemento y acero neutros en carbono? Si es así, nos están ayudando a tomar el camino hacia las cero emisiones antes de 2050.
Propongo algunos pasos concretos que puede dar el sector privado en este sentido:
Establecer un impuesto interno sobre el carbono.
Priorizar la innovación en soluciones bajas en carbono.
Provocar la adopción temprana.
Involucrarse en el proceso de elaboración de políticas.
Conectar con la investigación financiada por el gobierno
Ayudar a los nuevos innovadores a atravesar el valle de la muerte.
Una última reflexion
Abrigo la esperanza de que podamos encauzar la polémica compartiendo los datos con la gente que forma parte de nuestra vida: familiares, amigos y personas con cargos de responsabilidad.
No se trata únicamente de compartir la información que nos indica porqué debemos actuar, sino también la que nos muestra cuáles serían las medidas más beneficiosas. Uno de mis objetivos al escribir este libro es dar pie a más conversaciones de este tipo.
En cuanto a las ideas con las que no estés de acuerdo, es comprensible que te sientas impulsado a criticarlas. Pero confío en qué dediques más tiempo y energía a apoyar las causas con las que simpatizas que a oponerte a aquellas con las que discrepas.
Con la amenaza del cambio climático sobre nosotros puede resultar difícil mostrarse optimista respecto al futuro. Sin embargo como escribió mi difunto amigo Hans Rosling, profesor y defensor de la salud global en su fabuloso libro “Factfulness”: cuando tenemos una visión del mundo basada en los hechos, tomamos conciencia de que las cosas no son tan terribles como parecen… y de lo que debemos hacer para que sean mejores.
Cuando tenemos una visión del cambio climático basado en los hechos, tomamos conciencia de que disponemos de algunos de los instrumentos que necesitamos para evitar un desastre climático, pero no de todos. Y nos damos cuenta de qué nos impide implementar las soluciones con que contamos y desarrollar los avances que nos hacen falta. Así mismo, tomamos conciencia de todos los esfuerzos que debemos realizar para superar esos obstáculos.
Soy optimista porque sé lo que la tecnología y la gente son capaces de conseguir. Me llena de esperanza el entusiasmo que veo, sobre todo entre los jóvenes, por resolver este problema. Si no perdemos de vista nuestra gran meta, llegar al cero, y trazamos planes rigurosos para alcanzarla, lograremos evitar un desastre. Está en nuestra mano conseguir que el clima sea soportable para todos, ayudar a cientos de millones de personas de bajos recursos a aprovechar la vida al máximo y a conservar el planeta para las generaciones futuras.
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