Sapiens de animales a Dioses. Parte 4 de 9

Comentarios al libro de Yuval Noa Harari

Tiempo de lectura: 8:00 minutos

Introducción

En donde se presenta la historia de la revolución agrícola con sus avances como la mecanización del campo, los fertilizantes industriales y las hormonas y medicamentos para los animales hasta la revolución industrial con sus avances primero en la máquina de vapor y sus aplicaciones, el motor de combustión y la electricidad que se obtiene de diferentes medios, desde la hidroeléctrica, nuclear y recientemente la eólica y la solar. Incluyendo también creación de nuevas materias primas como los plásticos, el silicio y materiales no ferrosos como el silicio para la elaboración de circuitos electrónicos, o el litio ferroso para la elaboración de baterías para los autos con propulsión con motor eléctrico.

El Secreto en la Cocina

Durante siglos la gente se encontraba cara a cara con el invento más importante de la producción de energía sin que se diera cuenta. Cada vez que una ama de casa o una criada colocaba en una hornilla una olla para hervir agua la tapaba y cuando esta hervía, saltaba la tapa, esa era la primera conversión del vapor en movimiento y pasaron años para que la gente inventara una máquina diferente a los cañones que con la pólvora que utilizaba calor para desplazar cosas.

Todo empezó en las minas de carbón de Gran Bretaña, a medida que la población inglesa aumentaba, se talaban bosques para alimentar la creciente economía y dejar paso a la construcción de casas y aumentar las áreas de cultivo, por lo que se tuvo una escasez de leña y se empezó quemar carbón como substituto, muchos filones de carbón estaban en áreas inundadas que evitaba que los mineros accedieran a los estratos inferiores de las minas y ese era un problema que demandaba solución. Hacia 1700 un extraño ruido empezó a reverberar alrededor de los pasos a las minas inglesas.

Dicho ruido anunciaba la revolución industrial, era sutil al principio, pero luego se hizo más fuerte con cada década que pasaba, hasta que rodeó al mundo en un ruido ensordecedor. Emanaba de una máquina de vapor para bombear agua afuera de las minas.

En los años que siguieron los emprendedores británicos mejoraron la eficiencia de la máquina de vapor, la sacaron de las bombas y las conectaron a los telares. Esto revolucionó la industria textil que empezó a producir cada día mayores cantidades de tela en forma económica. En un abrir y cerrar de ojos Inglaterra se convirtió en la fábrica del mundo en donde se utilizó el vapor no sólo para producir cosas sino también para mover personas y objetos.

En 1825 un ingeniero inglés conecto una máquina de vapor a un gran número de vagones sobre rieles de hierro de unos 20 kilómetros de longitud desde la mina al puerto más cercano y esta fue la primera locomotora de la historia.

En 1830 el 15 de septiembre se inauguró la primera línea comercial de ferrocarriles que conectaba Liverpool con Manchester y en 20 años Inglaterra tenía decenas de miles de kilómetros de vías Férreas.

A partir de ahí la investigación se obsesionó con la idea de que la energía puede mover cualquier cosa y cuando los físicos descubrieron que en el interior de los átomos existe una gran cantidad de energía que se puede utilizar para producir electricidad, mover submarinos y aniquilar ciudades. Pasaron solo cuarenta años desde que Albert Einstein descubrió que cualquier masa se puede convertir en energía (esto es lo que significa e=mc2) desde el momento en que las bombas arrasaron Hiroshima y Nagasaki y las plantas nucleares empezaran a generar electricidad por todo el planeta.

Otro descubrimiento crucial fue el motor de combustión interna que tardo más o menos una generación en revolucionar el transporte humano y convertir al petróleo en poder político líquido.

La carrera por la electricidad fue todavía más sorprendente, hace dos siglos la electricidad no desempeñaba papel alguno en la economía y se utilizaba en el mejor de los casos para experimentos científicos o trucos de magia. Una serie de inventos transformaron a la electricidad en el genio universal, mantiene nuestros alimentos y helados refrigerados en nuestras cocinas, ilumina nuestras noches y nos entretiene con innumerables programas televisivos. Pocos de nosotros comprendemos como hace la electricidad esas cosas pero son aún menos los que no se pueden imaginar la vida sin ella.

La cantidad contenida en todos los combustibles fósiles de la tierra es insignificante si se compara con la cantidad que cada día dispensa el sol, de forma gratuita. Solo una minúscula porción de la tierra alcanza el total de la energía solar, pero ello supone 3,800,000 exajulios de energía cada año (un Julio es una unidad de energía en el sistema métrico que equivale a la energía que gastamos cuando levantamos una manzana a un Metro de altura; un exajulio es un trillón de julios…

Todas las plantas de la tierra captan únicamente 3,000 exajulios solares anuales, mediante el proceso de la fotosíntesis y todas las actividades humanas consumen alrededor de 500 exajulios anuales, esto es lo que recibe la tierra en 90 minutos.

Durante la revolución industrial terminamos dándonos cuenta de que vivimos en un océano que contiene billones y billones de exajulios de energía, lo único que tenemos que hacer es mejorar los mecanismos que la aprovechen eficaz y eficientemente.

Controlar la energía resolvió otro problema que era el de la escasez de materias primas que le permitieron extraer materiales de minas más lejanas como en las desoladas tierras de Siberia o el de suministrar lana de Australia a una fábrica de tejidos en Gran Bretaña. Asimismo la investigación permitió desarrollar nuevos materiales plásticos, descubrir materiales como el silicio y el aluminio así como el litio ferroso para las baterías de autos eléctricos.

A finales del siglo XIX, los químicos descubrieron una manera de extraer cantidades inmensas de aluminio barato y tanto que en la actualidad la producción anual es de 300 millones de toneladas.

La revolución industrial produjo una serie de combinaciones sin precedentes de energía abundante y una cantidad gigantesca de materias primas baratas.

La revolución agrícola

La revolución agrícola Introdujo máquinas como los tractores mecanizados que sustituyeron a la energía muscular y se empezaron a hacer actividades nuevas. Los campos y los animales fueron mucho más productivos gracias a los fertilizantes artificiales, los insecticidas industriales y todo un arsenal de hormonas y medicamentos para los animales. Los frigoríficos, los barcos y los aviones han hecho posible almacenar productos durante meses y transportarlos rápidamente a un precio bajo de un extremo a otro del mundo. Gracias a esto los europeos empezaron a comer carne argentina y sushi japonés fresco.

Los animales empezaron a ser tratados como máquinas que no sufren por dolor o angustia. En la actualidad son producidos en masa y su cuerpo se modela según las necesidades industriales. Pasan toda su vida como una rueda de una línea de producción gigantesca y están determinados por los beneficios o pérdidas de la empresa.

Incluso cuando la industria trata de mantenerlos vivos razonablemente saludables y bien alimentados, no tiene ningún interés intrínseco en las necesidades sociales y psicológicas de los animales excepto cuando éstas tienen un impacto en la producción.

Las gallinas ponedoras tienen un mundo complejo de necesidades de comportamiento e instintos, sienten fuertes impulsos por explorar el entorno, buscar comida y picotear, determinan jerarquías sociales, construyen nidos y se acicalan. Pero la industria productora de huevos suele encerrarlas en jaulas minúsculas de 25×22 cm de suelo, reciben suficiente comida pero no pueden disponer de un territorio, construir un nido o a dedicarse a otras actividades naturales. De hecho la jaula es tan pequeña que no pueden batir las alas ni erguirse completamente.

Lo mismo sucede con los cerdos y vacas que no disponen de espacios para moverse o satisfacer sus necesidades psicológicas, pierden el contacto con sus descendientes a las pocas semanas. Son máquinas productoras y no animales y viven con gran estrés psicológico y social así como malestar físico.

Igual que el comercio de esclavos africanos, la industria agrícola no está motivada por la animosidad, está impulsada la ambición y de nuevo por la indiferencia. La mayoría de las personas que consumen huevo, leche y carne rara vez se detienen a pensar en la suerte de las gallinas, vacas y cerdas cuya carne nos comemos.

La ciencia moderna ha demostrado que los mamíferos y las aves como las vacas y los cerdos poseen una constitución emocional compleja. No sólo sienten dolor físico sino que también pueden padecer malestar emocional. Esos métodos de ganadería industrial han conducido a un marcado aumento en la productividad agrícola y en las reservas alimentarias de los humanos.

Junto con la mecanización del cultivo de plantas, la ganadería es la base de todo el orden económico moderno. Antes de la industrialización de la agricultura la mayor parte del alimento era producido para consumo propio y empleaba a una gran cantidad de personas a tiempo completo.

Hoy solo el 2% de la población Estados Unidos se dedica a esas tareas y no sólo produce lo suficiente para alimentar a la población americana sino también para exportar excedentes al resto del mundo. Sin la revolución agrícola la revolución industrial no hubiera sido posible; no habría manos y cerebros suficientes para llenar fábricas y oficinas que empezaron a lanzar una avalancha de nuevos productos sin precedentes.

Conclusión

Los humanos producen más acero, mas vestidos y construyen más estructuras que nunca, además de una gama de productos inimaginables como focos eléctricos, teléfonos móviles y lavavajillas. Por primera vez en la historia, la oferta empezó a superar a la demanda y surgió un problema completamente nuevo: ¿Quién va a comprar todo ese material? La respuesta: es el aumento necesario en el crecimiento económico mundial perpetuo con nuevos productos, si, pero también con nuevos mercados.


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