Homo Deus Parte 1 de 15


Comentarios al libro de Yubal Noa Harari

Introducción:

Este es uno de los libros que me ha gustado más por su proyección hacia los posibles futuros mañanas, como el autor le llama.

Básicamente, está dividido en tres partes: el homo sapiens y la conquista del mundo, el homo sapiens le da sentido al mundo y, el homo sapiens pierde el control.

Con sus antecedentes de haber estudiado historia combinando con sus estudios de nuevas tecnologías, Yubal presenta lo que puede ser la nueva agenda humana ante los cambios exponenciales en el manejo de datos y el descubrimiento de que la vida puede convertirse en un algoritmo condicionado, previsible y manipulable.

Con esta pequeña Introducción entramos en materia: Homo Deus, breve historia de la vida.

A lo largo de los siglos, la hambruna, la peste y la guerra han afectado la vida por generación tras generación, los humanos rezaron a innumerables dioses pero siguieron muriendo por millones.

La hambruna siempre acechó a muchos países, en particular China, que hasta hace unas décadas era sinónimo de hambre. Sin embargo, a partir de 1974 ha sacado a millones de personas de la pobreza y se puede decir que gracias al gran milagro económico, se encuentra libre de hambrunas.

De hecho, en la mayoría de los países, comer en exceso es un problema mayor que la hambruna.

Ejércitos invisibles.

Después del hambre, las pestes e infecciones, fueron el gran enemigo de la humanidad. Las ciudades por su tránsito constante de personas, eran una corriente incesante de patógenos que hacía que, por ejemplo, en la Grecia antigua o la Florencia medieval, se sabía que podrían enfermar y morir la semana siguiente.

El más famoso de esos brotes epidémicos, la llamada peste negra, inició en la década de 1330 en algún lugar de la costa oriental de China, cuando la bacteria hería pestis que habitaba en las pulgas, empezó a infectar a los humanos que eran picados. De ahí, saltó hacia Asia, Europa y el norte de África y en menos de 20 años alcanzó las costas del Atlántico. Murieron entre 75 y 200 millones de personas, más de la cuarta parte de la población de Eurasia. En Florencia, se perdió la mitad de la población.

En el caso de América, en 1520, una pequeña flota partió de la isla de Cuba con un pequeño ejército, caballos, armamento y unos cuántos esclavos negros, entre ellos Francisco de Eguia que transportaba en su persona el arma más letal: el virus de la viruela. Apenas desembarcó, el virus se propagó cual plaga y así empezó la mortandad.

Sólo en Tenochtitlán, mató a un tercio de la población. Antes de la llegada a México, habitaban 22 millones de personas y entre marzo y diciembre, sólo 14 millones sobrevivieron.

En 1778, James Cook llevó a Hawai los primeros patógenos de la gripe, sífilis y tuberculosis al grado que en 1853, la población fue azotada por las infecciones para reducirla de 500,000 a 70,000 habitantes.

Las epidemias siguieron matando a decenas de millones de personas hasta bien entrado el siglo XX.

En 1918, los soldados que había en las trincheras del norte de África, empezaron a morir por millones debido a una cepa particularmente virulenta a la cual llamaron la gripe Española.

En pocos meses y debido al flujo cosmopolita del suministro de bienes para alimentar a la guerra, cerca de 500 millones de personas estaban infectadas por el virus; un tercio de la población mundial.

En la actualidad, el impacto de las epidemias se ha reducido drásticamente en las últimas décadas, sobre todo en la población infantil; menos del 5 por ciento mueren antes de llegar a la edad adulta. En 1967, la viruela infecto a 15 millones de personas pero en el 2014 ni una sola murió por infección.

En el caso del VIH, a partir de la década de 1980, se identificó que es el sistema inmunológico el que se ve afectado, dejando expuestos a los infectados a enfermedades oportunistas que matan al paciente.

Actualmente, nuevos medicamentos transformaron al Sida de sentencia de muerte a enfermedad crónica. Hoy, la inmensa mayoría muere a causa de enfermedades no infecciosas como el cáncer, las cardiopatías o simplemente de vejez.

Nadie garantiza que nuevas pestes, producto de mutaciones de virus o bacterias, aparezcan pero ahora, la ciencia médica corre más de prisa que los gérmenes.

Los médicos cuentan con más recursos, con cada año que pasa acumulan más y mejores conocimientos para elaborar medicamentos y tratamientos más eficaces. Por lo que en el 2050, es muy posible que la medicina se ocupe de cualquier germen de una manera más eficiente que en la actualidad.

En el presente, algunos laboratorios de investigación cuentan con nanorobots, que en un día navegarán en nuestro torrente sanguíneo, a fin de identificar y matar patógenos y células cancerosas. Los depredadores biológicos no tendrán nada que hacer contra esas nuevas defensas.

Así, en la lucha contra calamidades como el Sida y el ébola, la balanza se inclina en favor de la humanidad. La biotecnología nos permite derrotar bacterias y virus pero, simultáneamente, convierte al humano en una amenaza sin precedentes; mientras los médicos identifican y curan rápidamente, a ejércitos y terroristas podrían generar enfermedades más terribles que los gérmenes patógenos más catastróficos.

Quebrantando la ley de la selva.

La tercera buena noticia es que las guerras están desapareciendo. A lo largo de la historia. la mayoría de los humanos aceptaba la guerra como algo natural mientras que la paz era un estado temporal y precario.

Las relaciones internacionales estaban regidas por la ley de la selva, según la cual, incluso si dos sistemas de gobierno convivían en paz, la guerra siempre era una opción. Políticos, generales y empresarios así como ciudadanos de a pie, hacían planes a futuro siempre dejando espacio para la guerra.

Desde la Edad de Piedra a la era de él vapor, toda persona sabía que en cualquier momento los vecinos podían invadir su territorio, derrotar a su ejercicio, masacrar a su gente y ocupar sus tierras.

En 2012 murieron 56 millones de personas en el mundo, 600,000 a causa de la violencia humana, la guerra acabó con 120,000, el crimen contribuyó con 500,000. En cambio, 800,000 se suicidaron y 2.5 millones murieron de diabetes. El azúcar es hoy más peligroso que la pólvora.

En consecuencia, la palabra paz ha adquirido un nuevo significado y, la principal fuente de riqueza, es el conocimiento. Así que aunque se puede conquistar campos petroleros por medio de la guerra, no es posible adquirir el conocimiento de esa manera. De modo que el conocimiento se convierte en el recurso económico más importante, la rentabilidad de la guerra ha disminuido y queda restringida a aquellas partes como el Oriente Medio en donde las economías son anticuadas y basadas en lo material.

Esta nueva paz no es una fantasía. Los gobiernos ávidos de poder y las empresas cuentan con ella. Cuando la empresa alemana Mercedes Benz planea su estrategia comercial, descarta la posibilidad de que Alemania pueda conquistar Polonia. O como los Chinos han ganado millones de dólares al cooperar con gigantes tecnológicos como Apple o Microsoft, hoy lo que un país entero gana en un año exportando materias primas, los Chinos lo ganan en un día exportando en un comercio pacífico.

Desde luego, no hay garantía de que la Nueva Paz perviva indefinidamente. Así como las armas nucleares hicieron posible una nueva paz. La ciber contienda puede desestabilizar el mundo al permitir que países pequeños o actores no estatales con capacidad de luchar eficazmente contra superpotencias con ciberataques, con bombas lógicas que pueden hacer fallar las redes de energía, hacer estallar refinerías, provocar colisiones en redes ferroviarias y todo ello operando a distancia.

Las amenazas hoy se centran en el terrorismo de fanáticos que tratan de imponer su ley aun a costa de su propia vida. Sin embargo, es una estrategia de debilidad que adoptan aquellos que carecen de acceso al poder real. Sólo propaga el miedo, en vez de causar daños materiales importantes. No tienen la fuerza necesaria para derrotar a un ejército, ocupar un país o destruir una ciudad entera.

Mientras que en 2010 la obesidad y las enfermedades asociadas mataron cerca de 3 millones de personas, los terroristas mataron a 7,697, la mayoría en países en vías de desarrollo. Para el norteamericano o el europeo promedio, la Coca-Cola supone una amenaza mayor que Isis o Al-queda.

Conclusión:

Como nos platica Yubal, hoy vivimos un periodo extraordinario de paz fuera del riesgo de hambrunas, infecciones y guerras. En las próximas semanas haré comentarios este libro que me parece nos enseñara las partes mas importantes de la humanidad, sus causas y consecuencias hasta llegar a el siglo XXI y sus previsiones del futuro en la era tecnológica.


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